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miércoles, 30 de octubre de 2013

Si por decir la verdad debo ir a la cárcel, voy sin pena


No al miedo. No al silencio
Decía el apóstol cubano José Martí que “grande es la palabra cuando cabalga la razón” y que ésta (la palabra) “no es para encubrir la verdad, sino para decirla”.

El señor Félix Bautista pretende demandarme por decir la verdad. Una verdad insoslayable, a la vista de todos los que quieren ver y hasta de los que no quieren ver. (“La verdad es siempre revolucionaria”, dijo Lenin, el padre de la revolución proletaria Rusa) ¡Y lo sigue siendo! (Dicen los cristianos que por la verdad murió Cristo).

Si por decir la verdad debo ir a la cárcel, voy sin pena.

Si por decir la verdad he de pagar con la vida, pago con gusto.

No me asustan los mequetrefes del poder, ni me provocan risa los bufones de la corte del imperio. No me esconderé como un escarabajo, ni saldré huyendo como gacela en pánico. Asumo las consecuencias de mis actos con dignidad y decoro, porque como escribió Martí, “más vale un minuto de pie que una vida de rodillas”.

El propósito de las demandas contra Jaime Aristy Escuder, Andrés L. Mateo, José Alejando Ayuso, y contra mí, tienen como objetivo asustar a los dueños de los medios de comunicación y amedrentar a los pocos comunicadores que el dinero de la corrupción no ha podido comprar o silenciar.

Detrás de esa acción o escaramuza, que busca limitar la expresión y difusión del pensamiento crítico, está Leonel Fernández. Es él quien tira la piedra y esconde la mano. (Por el momento) En este caso está utilizando a uno de sus alfiles. Pronto moverá sus peones, sus caballos y sus torres para protegerse.

En lo que a mí respecta, no me retracto de lo que escribí y dije. Al contrario, lo repito y lo repetiré con más fuerza en los medios donde aún sea posible. ¡Tendrán que meterme preso o matarme! Ellos tienen bocinas, policías, fiscales, jueces y todo el dinero que da la corrupción y el envilecimiento de todas las instituciones del Estado, pero no tienen la dignidad ni el decoro del pueblo dominicano que aún guarda sus reservas.

Cuando ese dinero haya comprado el silencio absoluto del día y la noche, de los hombres y las mujeres, algo que considero imposible, andaré con un megáfono gritando mi verdad y denunciando la corrupción y la prevaricación, como hacen los cristianos con “la palabra del Señor”.

Los abogados contratados para enfrentar a “los muchachos” en Estados Unidos incriminan al demandante y absuelven a los demandados que no tienen para costearse un proceso judicial tan costoso. Yo tampoco tengo el dinero. Pero aquí no es lo mismo que allá. Aquí abogados no me faltarán. De hecho ya tengo más de cien a mi disposición. Y tengo, como si fuera poco, el principal y más poderoso defensor: El Pueblo que sabe que lo dicho por mí es verdad. Toda la gente sencilla y humilde sabe lo que yo sé. Y lo repite a diario en sus hogares, en las calles, en sus centros de trabaja. La pobreza de este pueblo es fruto del robo de su riqueza a través del Estado.

Lo he dicho muchas veces: Todo aquel que entra pobre al Gobierno y sale rico, es un ladrón, no importa como se llame, ni qué posición haya ocupado en el aparato estatal, sea del partido que sea.

Juan Taveras Hernández (Juan TH)
El Nacional.com.do
http://elnacional.com.do/al-miedo-al-silencio/

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