SANTO DOMINGO. ¡Ay mis cuartos!, responde con las manos en la cabeza, Kathy Rodríguez, una ciudadana que acababa de visitar el pabellón montado por el Ministerio de Educación, en la XVII Feria Internacional del Libro, al enterarse de que esa entidad invirtió RD$18. 5 millones, para colocar por diez días el stand en el lugar.
¡Me parece una exageración!, contestó enseguida su esposo Quilvio Imbert, quien también se encontraba de visita en el pabellón y al salir manifestó que no era necesario invertir tantos recursos en una demostración de trabajo.
Otros visitantes del stand del Ministerio de Educación, también coincidieron en que el gasto fue excesivo y que pudo hacerse con una menor inversión.
"Me gustó la temática del mini Ministerio, lo que más me llamó la atención fue el proyecto de robótica que tienen para los niños, pero en cuanto a la inversión creo que fue exagerado y se pudo haber hecho con menos presupuesto", resaltó Katherine de Peña.
Mientras algunos consideran que la inversión no coincide con "un gobierno que intenta expresarse con sencillez".
"La presentación del stand está bien, es bonito y abarca todo lo que el Ministerio quiere, lo que si me preocupa es la inversión que se hizo, se ha criticado mucho y no es para menos, porque no debió suceder así, debió ser algo más sencillo, o sea, si se gastaron 18 aquí, pudieron gastarse en reparar dos escuelas o tres", manifestó Fernando Fernández, también visitante del pabellón de Educación.
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18 millones menos
Los 18 millones que ha costado el pabellón del Ministerio de Educación son, obviamente, una bofetada al sentido común. La indignación que ha despertado es proporcional al dispendio en que se ha incurrido.
Educar no es sólo construir aulas. Es, sobre todo, formar, y en este caso la lección pertinente es enseñar a los estudiantes que el dinero ajeno es eso, ajeno, y que la utilización del dinero del contribuyente debe ser especialmente escrupulosa y medida.
Y si somos optimistas, podemos soñar con que, además, se replantee el objetivo y la medida de una feria del libro que cada vez es más ruidosa (y no en el sentido metafórico de ruido), y se va alejando de su verdadera naturaleza y misión.
Una feria del libro no es un festival musical, ni una muestra de artesanía, ni un recinto ferial de puestos de comida, ni un parque temático de instituciones del gobierno ni un ciclo de conferencias sobre los temas más inverosímiles.
Si una feria del libro ahuyenta a los lectores, y se confunde en un programa gigantesco de "varietés"... no se ha logrado el objetivo.
Nos "sobra" el dinero para "entretenimiento popular", que paulatinamente se envuelve en adoctrinamiento político.
Leer es tan gratificante, tan enriquecedor, tan divertido, liberador y útil... que disfrazarlo de comida de feria, música de barraca o de propaganda de institución pública es un contrasentido. Leer es pensar.
(Ya tenemos 18 millones menos para educar, 18 millones menos para comprar libros.)
Inés Aizpún
Diario Libre.com
IAizpun@diariolibre.com
http://www.diariolibre.com/opinion/2014/04/26/i583551_millones-menos.html
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