Sentado a la vera de un pasillo de una popular plaza del centro de la ciudad, observo desde lejos acercarse a una despampanante rubia auténtica. Trota hacia mi refinada y pausadamente, como caballo de paso fino.
Me levanto del banco cuando todavía no se encuentra a quemarropa y veo unos relucientes tacos color naranja destellar en el juego de luces que provoca en las baldosas nuestro amado Sol. Unas minifaldas verde cotorra dejan al descubierto unas largas piernas recién depiladas que sostienen unas curvas aguitarradas y unos bompers semejantes a los de un Mack Titán.
Al pasar junto a mi se detiene, bambolea su larga cabellera y desenfundando sus relucientes gafas Gucci, desnuda dos óvalos azules larimar, de una boca de labios carnosos y unos dientes perfectos me dispara la siguiente pregunta:
¿Caballero, sabe usted dónde queda la tienda....tal?
Por suerte del azar sabía lo que buscaba y le expliqué todos los detalles de cómo llegar a su destino, me premió con un apretón de manos dándome las gracias por la información.
En mi mano derecha quedó la esencia de su perfume, el olor femenino que encanta y arrebata a los hombres. Su silueta se alejaba al mismo ritmo que llegó y no pudo resistir voltearse cuando ya estaba muy retirada, para confirmar que yo era testigo de que sus mejores atributos no eran cuando venía, sino cuando se iba.
Solo me quedó el aroma y la imagen inolvidable de esa hembra a quien rindo tributo con estas notas desorganizadas.
Marihal / Desde La República Dominicana
No hay comentarios:
Publicar un comentario