Familiares del comerciante asesinado reclaman acciones contra criminalidad. Foto: Ricardo Flete
Santiago. El crimen de un estadounidense y un comerciante, sumado a la muerte de un ingeniero y un universitario, ha sembrado la preocupación en la Iglesia católica y organizaciones como el Voluntariado para la Seguridad de Santiago.A estos cuatro hechos se suma el caso de un hombre hallado calcinado en una finca en la comunidad Villa Bao en el distrito municipal de Hato del Yaque.
Advierten que al parecer los delincuentes están poniendo de rodillas a una población que aspira vivir en paz, condición indispensable para alcanzar el desarrollo.
En la noche del jueves, desconocidos mataron al estadounidense Randolph Stone de 57 años de edad, hallado amarrado de pies y manos, amordazado y estrangulado en su residencia en Rincón Largo en la calle República de Argentina, sector de clase media de esta ciudad. Los delincuentes lo despojaron de una computadora, y dinero y documentos que tenía en su billetera.
Comerciante
Mientras, el comerciante nativo de Mao, identificado como Juan Nicolás Reyes fue asesinado a tiros para despojarlo de 300 mil pesos.
También su hijo Juan Gabriel Reyes de 23 años fue impactado por los disparos. El caso ocurrió en el Hospedaje Yaque en Santiago.
Este caso se une al crimen del ingeniero agrónomo Luis Medrano Reyes, de 23 años de edad, y del estudiante de Medicina Cristian Almonte, de 24.
Juan Carlos Ortiz, del Voluntariado para la Seguridad de Santiago, atribuye el aumento de la criminalidad a la facilidad con que están activando los celulares de las personas que son despojadas de estos y ultimadas.
Reclama del Indotel volver a exigir a las compañías telefónicas hacer una investigación más profunda y se monitoree.
Demanda acciones contra la inseguridad
La Iglesia católica muestra su preocupación por la ola de asaltos para robar celulares. A través del semanario Camino lamenta que desalmados, armados de odio y rencor, siembren el luto, dolor, desaliento y muerte en el país. “No permitamos que el dolor y la impotencia frente al crimen reduzcan las energías que necesitamos ante el desasosiego”, dice.
Miguel Ponce
elCaribe
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