El presidente Danilo Medina dijo el otro día a los periodistas que cubren el Palacio Nacional, a los que había prometido que “en su momento” hablará sobre la reelección, que “casi casi” está cumpliendo su promesa.
Y parece que así será, siempre y cuando sea cierta la versión periodística que da cuenta de que el mandatario se dirigirá al país durante el acto de proclamación, el próximo sábado, de la modificada Constitución de la República. Si hay algo por lo que será recordada esta nueva modificación de la Constitución, además de la efímera “rebelión” del expresidente Leonel Fernández y la compra de votos y conciencias inherente a los recurrentes ultrajes a la Carta Magna, es el prolongado silencio del presidente Medina, quien todavía a estas alturas, cuando ya es prácticamente un hecho la reelección que le permitirá repostularse en el 2016, no le ha explicado al país las razones por las cuales decidió someter al país, nuevamente, a ese traumático proceso, que como todos los anteriores le hará un daño enorme a la democracia dominicana y a sus famélicas instituciones.
¿Pero qué le dirá al país cuando decida romper su silencio? ¿Qué razones dará para justificar que faltó a su promesa de no intentar reelegirse? ¿Se atreverá a defender la antidemocrática reserva de candidaturas que tan mal ha caído en el PLD?
Los hechos de los que hemos sido testigos han sido tan elocuentes y reveladores de la naturaleza espúrea de esta nueva reforma constitucional que, diga lo que diga, al presidente Medina le resultará muy cuesta arriba cambiar la percepción que nos hemos formado sobre lo ocurrido, y mucho menos evitar que lo consideremos el principal responsable, la mano siniestra que tras bambalinas escribió el guión del bochornoso espectáculo que le estamos ofreciendo al mundo.
Claudio Acosta
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