Dicen que quienes le convencieron de abordar un tema tan conflictivo y polémico fueron sus asesores, que de seguro estaban también conscientes de los riesgos de batir la maloliente corrupción, incluida la posibilidad de que sea el propio Danilo Medina y su gobierno los que finalmente resulten perjudicados.
Porque hasta un bisoño en política sabe que una afirmación tan rotunda y categórica como la que hizo el mandatario, quien proclamó durante un acto proselitista en Dajabón que su administración es “la más transparente y honesta que ha tenido la República Dominicana”, provocaría un gran alboroto.
Las reacciones, por lo tanto, no se hicieron esperar, empezando por la de su principal contendor, Luis Abinader, quien aprovechó la ocasión para retar al presidente Medina a un debate para discutir, precisamente, la proclamada honestidad de su gobierno.
¿Aceptará el reto el mandatario? Es poco probable que algo así ocurra, y la razón es simple: el presidente Medina no ganaría nada, y sí perdería mucho, con un debate de esa naturaleza; en tanto Abinader, que nada tiene que perder, podría sacarle gran provecho.
Pero si el debate se produce, digamos que por consejo de sus asesores, ¿cómo demostraría el Presidente su afirmación de que su gobierno es el más honesto que ha tenido el país?
Al presidente Medina no le conviene que sus palabras sean tomadas al pie de la letra, más que nada porque fueron un recurso retórico dirigido, fundamentalmente, a defender su honestidad personal, pues sabe mejor que nadie que las únicas manos limpias que puede garantizar son las suyas.
Sin embargo corre el albur de que esa hiperbólica frase, sea por el momento que vive el país o las circunstancias en que las pronunció, pase a la Historia, como le ocurrió al presidente Joaquín Balaguer cuando se defendió de las acusaciones contra su gobierno señalando que la corrupción que tanto se le criticaba a su administración se detenía a las puertas de su despacho.
Claudio Acosta
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