El proceso electoral comienza a complicarse con las acusaciones que se formulan desde el gobierno a los líderes de las fuerzas políticas Partido Revolucionario Moderno, Movimiento Rebelde y al FALPO, en las personas de Luis Abinader y Juan Hubieres.
De acuerdo con el Ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, estas organizaciones y sus líderes son los responsables de planificar actos terroristas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y crear una situación de tensión en el país, supuestamente vinculado con lo que Fadul llamó “desesperación” por los resultados que tienen en sus respectivas campañas electorales.
La acusación no es sencilla, ni puede tomarse como algo más dentro de la campaña electoral. Sería una irresponsabilidad inaceptable al Ministro de Interior hacer una acusación tan temeraria y con consecuencias legales. Inmediatamente se produjo la denuncia hubo manifestaciones en la Universidad Autónoma y bombas lacrimógenas dentro del Aula Magna, en donde había una reunión de empleados universitarios.
Corresponde que el gobierno presente las pruebas de las imputaciones del Ministro de Interior, y que incluso formalice una investigación y procesamiento de los acusados. Si la acusación es cierta. Si no lo es, y las llamadas pruebas que tiene el gobierno son los consabidos chivateos y cháchara a la que se acostumbran los calieses oficialistas, entonces tienen que desandar los pasos y repara el daño que están haciendo a candidatos a la presidencia de la República y al Congreso Nacional.
¿Lo pensaron bien antes de salir con una acusación tan seria? ¿Revisaron las pruebas de lo que iban a decir y con lo que iban a imputar especialmente a un candidato presidencial?
Recordemos que en Puerto Plata un grupo de personas apareció reclamando supuestos pagos de liquidaciones no entregadas por el cierre de un hotel de la familia de Luis Abinader. Posteriormente parte de los que se presentaban como ex empleados dijeron desconocer totalmente el expediente, y para que hacer la protesta y presentarse como reclamantes alguien, vinculado al Partido de la Liberación Dominicana, les entregó partidas de cientos de pesos. Querían hacer un daño a la imagen del principal candidato de la oposición.
En la misma dirección iba la denuncia del Ministerio de Energía y Minas, sobre el uso de los terrenos por parte de la empresa de cementos Santo Domingo, también vinculada con la familia Abinader. Hubo un largo debate sobre este tema, pero el objetivo era precisamente el candidato presidencial del PRM.
Hasta el momento Abinader ha sido un contendiente comedido, sin estridencias, sin excesos, que está haciendo una campaña electoral propositiva y que evidencia una vocación para que la gente conozca sus planes más que atacar a su contrincante a vencer, que es el presidente Danilo Medina.
Por tanto, el gobierno debe ser cauto a la hora de lanzar acusaciones tan graves como la de acusar de planear actos terroristas al principal candidato presidencial de la oposición.
Abinader y Hubieres tendrán la oportunidad de ofrecer su versión sobre este delicado caso.
Editorial Acento
Acento
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