Zoila Martínez. La Defensora del Pueblo secuestrada, robada y humillada.
Llegó la medianoche y es hora de quitarnos las caretas. Cada quien debe mostrar su verdadero rostro.
La Policía Nacional debe ser reformada de arriba a abajo. Sacar de esa cueva de ladrones y asesinos a los que participan y apañan actos reñidos con la ley. Alegar que la delincuencia es percepción ya no es válido en ninguna de las capas sociales.
El pueblo esta hastiado de reclamar a sus autoridades acción frente a un hampa que no tiene respeto a nada ni a nadie. Si hay dinero para enriquecer a los compañeritos de la mañana a la noche, debe haber dinero para hacer una Policía sana y con salarios acordes a las responsabilidades, es injusto medir con la misma vara a todos los agentes del orden público por tres centenas de antisociales y torcidos en esa institución..
El gobierno está en la obligación de brindar seguridad ciudadana a los los de a pie, a los montados y a los empresarios que pagan religiosamente sus impuestos.
Falseando cifras de desempleo, pregonando un crecimiento económico que las grandes mayorías no reciben, alegando intercambios de disparos y mirando para otro lado; los crímenes no disminuirán. El gobierno está en el deber de hacer una ofensiva descomunal, monstruosa, que frene de un sopetón la escalada delictiva que azota a la nación.
El secuestro, robo y humillación recibidos por la Defensora del Pueblo es la gota que rebosa la copa de la pasividad. Doña Zoila Martínez debiera ser el punto de partida para un ¡no más!
Juan Santos / Desde La República Dominicana
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