El Presidente de la República hizo honor a la errónea concepción de la rendición de cuentas, convirtiendo ese escenario en un show populista, donde en lugar de dar informe de su gestión se centró en promesas futuras; olvidando que aun no ha cumplido muchas de sus promesas pasadas.
Destacó el crecimiento económico, sin tocar sin embargo el endeudamiento público, ni mucho menos se refirió al informe del FMI que llama a hacer reformas urgentes, debido a que de seguir así entraremos en una situación de insostenibilidad financiera.
Así mismo trató la generación de puestos de trabajo, enfatizando los generados por el sector turístico y las zonas francas.
Puestos de trabajo cuyos salarios no llegan a un tercio de la canasta básica; puestos de trabajo que perpetúan el círculo de la pobreza.
Volvió a tratar las “visitas sorpresa”, que no son sorpresa nada, y que son una evidencia de la falta de institucionalidad y la inoperancia de los ministerios.
En cuanto a la salud, habló de modernidad y nuevas infraestructuras. Pero no dijo que los hospitales públicos están pasando a un régimen “autogestionado”, donde los servicios son tan costosos como en los centros privados, como es el caso de la Plaza de la Salud, del Hospital Marcelino Vélez y el Darío Contreras.
Habló con mucho orgullo de las obras viales concluidas el pasado año, muchas de ellas construidas por Odebrecht, y donde han sido evidenciadas groseras sobrevaluaciones. Claro, esto último no lo mencionó.
Tocó el tema de la seguridad, y dijo que como padre comparte la preocupación de los padres dominicanos de si sus hijas regresarán seguras a casa, lo cual es una exagerada demagogia, pues sus hijas andan muy bien resguardadas, lejos de las vulnerables condiciones en que vive la inmensa mayoría de los dominicanos. Lo que refuerza el carácter populista de su discurso.
El tema de la inseguridad ciudadana ha ido en franco aumento año tras año, y solo hemos escuchado promesas y promesas.
En esta ocasión, más promesas y planes, pero sin tocar los resultados de los planes anunciados en años anteriores.
Así mismo habló de la dureza con que se tratará a los que cometan crímenes y delitos, olvidando que la corrupción es un delito, y que los vinculados al más grande caso de corrupción en toda nuestra historia, lo más drástico que se ha hecho con ellos es invitarlos a tomar café al despacho del Procurador.
En lo referente a Punta Catalina, defendió dicho proyecto a capa y espada, y señaló que la lucha contra la corrupción y la impunidad está dirigida por los representantes de las empresas generadoras que quieren que Punta Catalina no entre en operación.
Olvidando por completo que la misma empresa Odebrecht confesó los sobornos; obviando que esas generadoras que cobran con las plantas apagadas lo hacen debido a los contratos que ellos han firmado con esas empresas.
El mismo presidente que una vez dijo “no tiremos piedras hacia atrás”, dice ahora “en mi gobierno no hay vacas sagradas”. Vimos un Danilo Medina que se dice y se contradice, que ha perdido la coherencia, y que ha dejado de ser merecedor del respeto de los dominicanos con dignidad.
Algo que es importante resaltar fueron los comerciales de Punta Catalina que se transmitieron previo al discurso. Con el dinero del pueblo se pagaron anuncios para resaltar las “virtudes” del proyecto que envuelve el más grande caso de corrupción en toda la historia de la República Dominicana.
Claudio Caamaño Vélez
El Día
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