Cada año pasa con penas y sin glorias, y la situación empeora. Ante las quejas, el gobierno repite la misma respuesta: para invertir más en educación hay que reducir otros gastos o aumentar los impuestos. Suben los impuestos pero el dinero no va a educación, se utiliza para pagar préstamos muchas veces mal usados.
¿Por qué sucede esto? Porque la inversión en educación no produce beneficios rápidos y los políticos andan siempre desesperados en busca de votos. Porque los principales beneficiarios de la educación son niños y adolescentes que no votan. Porque los adultos no protestan lo suficiente. Porque los gobernantes dominicanos de todas las estirpes se regocijan en tener un pueblo iletrado para manipularlo fácilmente.
En 1992 se inició el Plan Decenal de Educación con promesas de resolver muchos problemas, luego se lanzó el Plan Estratégico de Desarrollo de la Educación Dominicana 2003-2012, y a principios de 2005, el presidente Leonel Fernández presentó el Foro por la Excelencia de la Educación Dominicana.
A pesar de todas estas iniciativas y muchas declaraciones oficiales de que sin educación no hay desarrollo, la inversión pública en educación continúa siendo muy baja (no llegará al 2% del PIB en el 2011), y los índices de rendimiento escolar son inadecuados según muestran las mediciones internacionales donde la República Dominicana aparece en la cola.
Los problemas principales que aquejan las escuelas dominicanas son bien conocidos: deficiencia de aulas, deficiencia en el número y la formación de maestros, alto promedio de estudiantes por clase, pocas horas de clase, y alta deserción escolar.
Estos problemas, sin embargo, no afectan toda la población por igual. Quienes pueden pagar una buena educación llevan una gran ventaja sobre los demás. Por eso el sistema escolar dominicano reproduce pobreza y desigualdad en vez de ayudar a superar estos problemas.
Las diferencias de acceso son de clase pero también regionales. Según el Informe de Desarrollo Humano 2008, en las provincias más pobres la tasa de matriculación en educación media es menor que en las más ricas, y, a menor acceso a la educación, menor calidad de vida.
Dos factores determinan el rendimiento estudiantil en cualquier país: 1) las condiciones escolares que incluyen facilidades físicas, la formación de maestros y el programa educativo; y 2) las condiciones socio-económicas y culturales de los estudiantes en la familia y la comunidad.
En un país como República Dominicana con tanta pobreza y desigualdad, y ahora con problemas agravados por el narcotráfico, el consumo de estupefacientes, los juegos de azar y otros vicios que cunden el territorio nacional, las presiones sobre el sistema educativo son inmensas.
De hecho, las actividades económicas delictivas ofrecen alternativas laborales a muchos jóvenes, y también a adultos con hijos, que no ven en la educación el vehículo para mejorar su situación económica.
El otro día, una amiga que colabora en una escuela en un barrio pobre me contó que a un niño le preguntaron el oficio de su padre y respondió: ladrón. La honestidad infantil impresiona, la realidad aterra.
En República Dominicana actualmente ni el ambiente escolar ni el socioeconómico-cultural conducen a una buena formación educativa.
El 4% del PIB para la educación debería convertirse en un slogan nacional hasta que se logre, y junto a ello las reformas educativas.
No debe aceptarse excusas ni engaños de los funcionarios gubernamentales si el país realmente considera que la educación es crucial para el desarrollo social y humano.
Rosario Espinal
http://noticiassin.com/www/index.php?go=Display&act=display_article&tid=10&aid=20970