Cuando uno ve por televisión al presidente Danilo Medina repartiendo pedacitos de presupuesto en las comunidades pobres –tal y como hacía Balaguer en sus años interminables- uno se conmueve por lo kitsch, agradece a la vida habernos librado de la petulancia arrogante de su predecesor, y en pago olvida algunas cosas. Por ejemplo, uno olvida que Medina fue elegido sobre la base de un pacto que garantizaba la impunidad a la costra corrupta del anterior gobierno –y que sigue incrustada en el actual- a cambio de un gasto monumental en su campaña que aun pagamos, y por la que los dominicanos somos hoy más pobres que entonces. Y también olvida que el dinero que reparte es nuestro, y que es dinero que le quita al desarrollo del país, porque ese picoteo del presupuesto conduce a cualquier lugar menos al desarrollo.
Pero la imagen de tío bueno que ofrece el Presidente en sus paseos dominicales se desvanece cuando se encarga de recordarnos que él es parte de la misma banda derechista y xenófoba que domina al PLD. Y que se hace acompañar –como testimonios de verosimilitud- de tumores políticos como son la Fuerza Nacional Progresista (cuyo racista Comité de Solidaridad con Haití es financiado por el gobierno) y el anticristiano cardenal Lopez Rodríguez. Y lo hace mintiendo, ocultando la realidad sobre una de las tropelías políticas más vergonzosas que ha padecido esta sociedad: la expropiación de miles de jóvenes dominicanos de ascendencia haitiana de sus derechos ciudadanos. Tal y como hicieron los nazis con los judíos en tiempos que todos creímos idos para siempre.
El presidente Medina ha sido pródigo mintiendo en La Habana ante los micrófonos. Según un despacho de prensa, el presidente afirmó que el gobierno dominicano “no viola los derechos humanos de nadie, y que el concepto de "apátrida" no se aplica a los afectados por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la nacionalidad, sino que se busca darles el estatus legal que no tienen”.
Es decir, que el presidente es capaz de afirmar que se les va a dar a estos jóvenes desnacionalizados algo de que carecen, cuando hasta el momento en que el estado que presidía Fernández, y ahora él preside, comenzó a despojarles sádicamente de derechos, todos poseían nacionalidad dominicana, con documentación en regla y todos los atributos inherentes. Y en la actualidad, despojados de derechos y documentos son excluidos condenados a la condición de apátridas. Si de jugar con las palabras se trata –triste oficio para un presidente- habría que decir que Medina tiene una pizca de razón, pues a estos jóvenes les van a dar algo (que no sabemos que es) pero después de que les robaron la ciudadanía.
Luego el presidente se refirió a los migrantes. Un tema que la derecha xenófoba a la que el presidente pertenece confunde aviesamente con la de los jóvenes desnacionalizados, aunque son dos cosas absolutamente diferentes. Y se refirió a ello para continuar mintiendo. Cito al despacho de prensa circulado y no desmentido: “…República Dominicana es el país más solidario con Haití, y que en territorio dominicano hay casi un millón de nacionales haitianos sin ningún tipo de documento, disfrutando de servicios de educación y salud sin pagar por ellos, lo que cuesta al Estado más de 5.000 millones de pesos”.
Es decir, que somos solidarios con Haití porque tenemos en nuestro país a medio millón de trabajadores haitianos (no a un millón como afirma Medina) que sostienen pilares básicos de la economía nacional. Y que debido a la decrepitud de nuestro sistema inmigratorio no tributan al seguro social (que, de paso, es un desastre) y sus beneficios se privatizan y fluyen hacia los bolsillos de los grandes empresarios del país, muchos de los cuales son apoyos visibles del PLD y sus gobiernos corruptos. Medio millón de trabajadores que no están desprovistos de documentos –una alta proporción de ellos los tienen- solo que nuestra ideologizada Dirección General de Migración no ha tenido la capacidad, a pesar de todas sus algarabías, para proceder a la carnetización de esas personas.
Hay gestos solidarios dominicanos con Haití que hay que enaltecer. Pero decir que nuestra relación con Haití es esencialmente solidaria es otra mentira ciclópea. Les vendemos a los haitianos más de mil millones de dólares de bienes, y algo similar de servicios, y solo les compramos par de centenares. Y empleamos su mejor fuerza de trabajo, de cuya plusvalía nos beneficiamos. Se trata de una relación abrumadoramente redituable para nosotros. Sin esa relación a República Dominicana, a pesar de los bramidos de mal gusto de los xenófobos del patio, le iría mucho peor.
No es cierto que RD es el país más solidario con Haití que existe en el mundo. Confieso que hubo un momento en que lo parecimos, cuando ocurrió el terremoto y el gobierno encabezó la ayuda solidaria. Pero solo lo parecimos por un tiempo, pues de inmediato la corporación peledeista, encabezada por Leonel Fernandez, convirtió aquel acto altruista en otra orgía mercurial sobre la que penden muchas denuncias y muy pocas aclaraciones.
En otro lugar citan a Medina diciendo que nadie puede socavar la soberanía de República Dominicana. Bueno, en realidad casi nadie, porque cuando del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial se trata…
Haroldo Dilla Alfonso
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