Jean Carlo Luis, dominicano de ascendencia haitiana despojado de su nacionalidad. Foto: Acento.com.do
Fray Güevara es uno de los santos que recientemente se desprendió vergonzosamente del santoral político dominicano, si alguna vez fue santo o algo parecido. Ejerció su profesión de fe primero al lado del más grande, odiado y a vez querido líder de masas en toda la historia nacional. El dominicano-haitiano José Francisco Peña Gómez.
Nadie como él tenía un nivel tan grande de aceptación y un nivel tan grande de rechazo. Pero basta rememorar la magnitud del sepelio, la extraordinaria manifestación de duelo que en olor a multitudes lo condujo a su postrer morada para saber de que lado se inclinaba el fiel de la balanza. Nunca, en toda la historia dominicana, se había producido un acontecimiento funerario como ese.
No fue presidente porque se empeñó en llevar como compañero de boleta a un personaje funesto, Fernando Álvarez Bogaert, que sólo añadía rechazo al rechazo y era archienemigo de Balaguer. Hubiera bastado una fórmula café con leche (Peña-Milagros, Peña Hipólito) para catapultarlo al poder). Sólo su devoción irracional por Fernando Álvarez Bogaert castró sus aspiraciones.
En fin que Hilton Fray Güevara defendía una vez junto a Peña Gómez, causas perdidas, que son las mejores causas y desde el senado desempeñó una posición progresista, que no hay que regatearle. Fray Güevara era un liberal del cual, por su ascendencia cocola (grupo étnico inmigrante, proveniente de las Antillas Mayores y las Bahamas), había que esperar mejores cosas.
Pero he aquí que al hombre lo elevan a una tal posición de mando en el gobierno que puede decidir quién es o no es dominicano, desde allí truena como Zeus. Ahora se mira con los ojos del amo y ejerce como taumaturgo, mago, persona capaz de realizar milagros o hechos prodigiosos.
De un sólo plumazo, por decirlo así, metafóricamente, borró de la nacionalidad dominicana a miles de seres humanos que compartían, en parte, la condición de Peña Gómez. Él también habría sido borrado, como dijo Hugo Tolentino, como nacional dominicano en virtud de un mamotreto que desconoce la irretroactividad de la ley.
Pedro Conde Sturla
acento.com.do
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