Las críticas gratuitas y fuera de tono de personeros de la administración central y del servicio exterior, así como de la jerarquía católica, al embajador estadounidense, por causas que nadie en su sano juicio entiende, podrían erosionar, y de hecho lo estarían logrando, las relaciones con el más importante socio comercial y político del gobierno y el pueblo dominicano. Las reiteradas referencias a una supuesta conspiración en la que estarían involucrados los gobiernos de Estados Unidos, Canadá y Francia provenientes de figuras destacadas del oficialismo en ejercicio de funciones públicas, ponen sin duda en posición muy incómoda al gobierno del presidente Medina frente a esas naciones aliadas, cuyas relaciones con el país son de la mayor trascendencia en todos los órdenes.
El hecho de que el Palacio Nacional ni la Cancillería no reaccionen contra esas expresiones con la debida energía pudiera crear la impresión, a mi modo de ver falsa, de que coincidan con el parecer de quienes la han emprendido sin justificación válida contra el enviado norteamericano mediante cartas y columnas diarias, que cuestionan también la política exterior de naciones con las que mantenemos relaciones al más alto nivel y de las cuales provienen nuestras mayores fuentes de remesas y exportaciones y se nutre el floreciente turismo dominicano.
Me parece chocante que una iglesia cuestionada por los numerosos casos de pederastia a nivel mundial y por sus oscuras operaciones financieras, que le han generado acusaciones de lavado en Europa, se sienta ofendida por las preferencias sexuales de un embajador, que no las ocultas, y cuyas actuaciones reflejan la buena voluntad de su gobierno de ensanchar los nexos de amistad con nuestro país.
Muchos se preguntan qué persiguen con esas actitudes gente en el gobierno que saben mejor que nadie la pesada carga que la actual administración heredó.
Miguel Guerrero
mguerrero@mgpr.com.do
@guerreromiguele
La Columna de Miguel Guerrero
elCaribe.com.do
http://www.elcaribe.com.do/2014/02/21/enemigo-casa
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