El régimen democrático tiene que basarse en la eficiencia para lograr sus objetivos y perpetuarse en el tiempo. Esa es la lección que parecen haber olvidado los partidos políticos dominicanos que sólo son eficientes en ganar elecciones por cualquier medio y, a veces, ni en eso.
Al igual que cualquier otro sistema político, la democracia tiene que ofrecer resultados (deliver, se dice en inglés), o el pueblo comenzará a buscar alternativas.
La paciencia de los pueblos es variable, pero se puede anticipar que un gobierno que somete a su pueblo a pasar hambre, que vive amenazando a las fuerzas vivas, que en todo opositor ve a un conspirador, que ataca a la prensa libre y que no es capaz de preservar las riquezas de su país, no puede durar mucho.
Los partidos políticos nacionales están viviendo en una especie de Nirvana, pasando leyes que los benefician, negociando contratos para sus líderes con el Estado, repartiendo migajas en una insostenible filantropía política, olvidándose de lo necesario para crear empleo, para garantizar la seguridad pública y de imponer su autoridad para hacer funcionar instituciones fundamentales como el sistema financiero, la seguridad social y el orden.
¿Cómo es posible que a estas alturas no existan los centros de atención primaria, y todavía se discuta el destino del IDSS, que hace tiempo debió estar prestando servicios eficientes a la Seguridad Social?
Nuestros partidos y políticos nos salen demasiado caros para los resultados que ofrecen. Los pueblos no perdonan.
Adriano Miguel Tejada
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