Llegó de la nada, acompañada de una amiga. Nunca antes la había visto y ni siquiera imaginaba que existía.
Se paró enfrente de mi, me clavó su mirada como dos puñales que me atravezaron el alma y no cejó hasta que me sedujo.
Flirteó con toda la seducción propia de ellas, posó, modeló, me encandiló y logró que me enamorara.
Se dejó querer rabiosamente, abiertamente sin vergüenzas, sin tapujos ni recatos. Sin miedo a los testigos.
Su compañera, después de sacar la tajada que le tocaba se esfumó como el humo.
Ella no, ella se quedó hasta sacarme la última gota de sangre, el último aliento y el último deseo.
Entonces, cuando ya no había nada, sin despedirse siquiera, alzó vuelo y nunca más he vuelto a saber de ella.
Marihal / Desde La República Dominicana
1 comentario:
Estupenda historia.
A mi me hicieron así mismito.
...y no ha vuelto.
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