¿Quién tiene alguna duda sobre lo que Leonel Fernández significa políticamente? ¿Quién que no quiera pasar por ingenuo se pregunta hoy en día sobre la calidad del bagaje político del expresidente de la República?
Habrá ociosos que privilegien el silencio, la callada por respuesta, para continuar disfrutando el –quizá— erótico cocimiento en su propia salsa. Pero no constituyen mayoría. Allá ellos y su autismo social. Si lo prefieren, que se regodeen en la particular incapacidad de entender que, como en la canción del inmortal Luis Días, el Liborio de nuestra conciencia colectiva ya hoy en día “no come pendejá”. Ni sacia el hambre cuando la come, aunque sea poquito y simbólico.
A nadie, o a muy pocos, ensorden las fanfarrias pagadas a buen precio para que su eco se oiga en el país. La gente supone, a falta de saberlo con certeza, cuánto cuesta cada título, cuanta conferencia magistral en tribunas “prestigiosas”, aunque en ese círculo participe gente de tan dudosa estirpe como Ted Turner o Alberto de Mónaco.
Leonel Fernández, lo dicen las encuestas, está “feo para la foto”. En su Partido de la Liberación Dominica y fuera.
La gente no lo quiere. La gente lo rechaza, y él lo sabe.
Otra cosa es la encrucijada creada por la falta de una oposición política que lo encare con posibilidad de éxito. No la hay, imposible tapar el sol con un dedo.
Si alguna brecha tiene el expresidente –contando conque Danilo Medina no decida forzar la reelección— es la incapacidad opositora de levar anclas y navegar a mejor puerto.
La imposibilidad para aprovechar creativamente la coyuntura y dar paso a una nueva política. Nueva de verdad, no retórica. Con sus desgastadas propuestas, con su aridez imaginativa, la “oposición” al PLD –a Leonel Fernández— tiene pocas opciones. Desoladora paradoja en momento de florecimiento del rechazo.
En este tiempo gris dominicano, Fernández “nataguea”, acezante, a la meta de una segunda vuelta. De nada le han valido lo oropeles para evitar el trauma. Ni siquiera la incapacidad --¿inscrita en el ADN político?—de una oposición que cree ilusamente comer con su dama porque al otro le va mal.
Las encuestas hunden Fernández.
En ausencia de Danilo Medina, Fernández es la opción pero ¿a qué precio?
Margarita Cordero
LA OPINIÓN DE LA DIRECTORA
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