La delincuencia, drogadicción y otros males que arropan al país, pero de manera específica a sectores capitalinos como La Zurza, Villas Agrícolas y otros, es el resultado del desempleo, el hacinamiento, falta de espacios para estudios técnicos y de deportes, además de la impunidad y mal ejemplo que transmiten quienes dirigen la nación.
A esa conclusión llegó el sacerdote Antonio Méndez, párroco de las iglesias San Juan Bautista, en La Zurza, y de San Mateo, en Villas Agrícolas, quien consideró que la falta de castigos contra quienes depredan los recursos del Estado, es caldo de cultivo para que los de abajo sigan esa práctica.
El cura expone que en esos sectores no llega el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) para la educación, ya ni siquiera se ha levantada una escuela nueva, aunque ha habido promesas.
Indica que aunque no hay espacio, como en La Zurza, el Gobierno puede comprar propiedades, como hizo en el sector Capotillo, aunque recuerda los vicios denunciados durante el proceso de compra en ese lugar.
"La descrita es que el consumo y tráfico de drogas crece en los barrios y no se detendrá hasta tanto no haya un cambio profundo en las autoridades llamadas a prevenir el delito. Hacen bultos. Define las acciones de la Policía, de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) como “puros allantes”, debido a que saben quiénes son los dueños de los puntos de drogas, pero no eliminan.
Expresa que el desempleo juega un papel preponderante en la inseguridad, pero el problema principal es la complicidad de las autoridades. Estima que a muchos de los jóvenes en esos barrios si se le ofrece un trabajo difícilmente lo acepten, porque entienden que vender drogas y asaltar les deja más beneficios. Un problema grave es la cada vez mayor cantidad de adolescentes embarazadas en estos barrios. La Zurza vista desde la margen del río Isabela, por donde corren cañadas, pendientes y otros males".
Juan María Ramírez
Hoy
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