Coronel Taveras.
El coronel Taveras ha ganado la batalla de la opinión pública y de las redes sociales al diputado Rafael Abreu. El militar, sin pretenderlo, ha expresado exactamente lo que una gran mayoría de ciudadanos tiene ganas de espetar a la cara a un legislador que le encuentre de mal temple:
“¡Nos tienen jartos!”
Si Abreu y sus colegas no leen el altercado así, van a seguir interpretando mal lo que pasa en la calle, no van a entender a los que se unen a las marchas verdes aunque estén en las antípodas de algunos de los convocantes.
Con el tiempo veremos si el caso Odebrecht va a servir para controlar los mecanismos de la corrupción política y sus favores y desvelos con el mundo de los contratos y de los negocios en general.
El tema de la inmunidad parlamentaria quizá sea revisable en algunos países y los controles ciudadanos a los despropósitos en los congresos nacionales tendrán que ser reforzados. Los legisladores van a ser cuestionados porque ellos aprobaron contratos sobrevaluados y nadie duda de que con la lista de sobornados haya que hacer un aparte para saber más del hombre(s) del maletín(es) y sus aventuras entre curules.
El coronel Taveras, sin querer queriendo, gritó lo que provoca un político (o una política) cuando hace alarde de su jeepetón, su chofer parquea en la acera, se traga a cualquier peatón, entra a un establecimiento con dos guardaespaldas y se encierra en un reservado para hablar de negocios con dos iguales que él... antes de salir a repartir funditas.
Lo que Taveras gritó, aunque no lo dijera, es lo que gritan muchos: ¡estoy jarto de trabajar desde las 4 de la mañana mientras ustedes se hacen ricos a nuestra costilla!
Inés Aizpún
IAizpun[@]diariolibre.com
AM
Diario Libre
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