SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Cuando el pasado 16 de agosto Leonel Fernández abordó su vehículo y abandonó el Congreso, dejaba atrás, con plena conciencia aunque al parecer sin remordimientos, un nuevo gobierno al borde del colapso económico. Además del abrumador déficit fiscal, había ejecutado hasta ese día el 84,95 % del presupuesto de 2012, por lo que el presidente Danilo Medina tendrá que hacer magia para llegar hasta el 31 de diciembre.
Para la fecha, el déficit fiscal alcanzaba 105,663,455,983 millones de pesos. En términos porcentuales, y comparado con el previsto en el presupuesto de 2012, que lo fijó en 22,443,730,329 millones de pesos, se tiene que al 31 de agosto, el déficit real era 470,79 % mayor. Con relación al mismo período en 2011, la variación de este indicador fue de 78,76 %.
Cómo podrá Medina cubrir las obligaciones de su gobierno hasta final de año es pregunta que se hacen sectores preocupados con una situación de la economía sobre la que hubo siempre opiniones más o menos certeras y no pocas conjeturas, pero que ahora se desnuda y deja atónito al más agorero de los críticos.
De los 436,985,975,240 millones de pesos del presupuesto anual, al 30 de agosto se habían ejecutado 364,938,248,385 millones, equivalentes al 83.51% del total. Una distribución arbitraria del gasto fija en 8.3 % la partida presupuestaria total que debe ser ejecutada cada mes; siendo así, Fernández gastó en ocho meses lo que le correspondía gastar en poco más de diez.
El desglose es desalentador. De los ingresos corrientes, Fernández ejecutó el 60.34 %: el 63,3 % de los ingresos tributarios; el 22,87 % de los ingresos no tributarios; el 55,90 % de las transferencias corrientes y el 17,0 % de las donaciones corrientes del exterior. De los gastos corrientes, ejecutó el 66,98 % de los gastos de consumo; 62,64 % de los gastos en intereses; el 70,29 % de las prestaciones sociales. De los ingresos de capital, Fernández se hizo cargo del 74,50 %, y de los gastos de capital, del 106,55 %.
Entre enero y agosto, la deuda interna sobrepasó en 167,10 % lo previsto en el presupuesto de 2012, 29,113,385,917 millones de pesos, al situarse en 48,649,866,191 millones. De la externa se ejecutó el 63,97 %.
Los datos de todos los indicadores presupuestarios tienen un comportamiento similar, lo que explica que la situación no sea “fácil” como afirmó este martes en la noche un categórico Przemek Gajdeczka, jefe de la misión del Fondo Monetario Internacional que discutió durante nueve días con el equipo económico y otros sectores sociales sobre la economía.
“Como ustedes sabrán –dijo Gajdeczka— la situación no es fácil. Hay desafíos en la parte fiscal, que es lo primero. La información que está disponible muestra la continuación del desequilibrio en el sector fiscal, la mayor parte por el déficit del sector eléctrico. Creo que son los desafíos más importantes”.
Anticipando que la posibilidad y modalidad de un acuerdo entre el FMI y la República Dominicana sería discutida en enero del año próximo, el jefe de misión aludía de manera implícita a la ardua naturaleza de las discusiones que deberán sostenerse hasta entonces, y una de cuyas estaciones será noviembre. De todos modos, y si el acuerdo se concreta, las medidas que deriven de él se reflejarán a partir de su entrada en vigencia. Y nadie duda ya que el FMI impondrá las condiciones que le vengan en ganas a un gobierno económicamente inerme.
Pero hasta entonces, al presidente Medina le quedan tres meses y medio por delante, durante los cuales tendrá que buscar los recursos que le permitan concluir la ejecución del presupuesto. Dónde lo hará es la pregunta del millón, sobre todo porque no encontrarlos pasará una pesada factura política y social. Piénsese, por ejemplo, en qué hará para cubrir el salario de los empleados públicos correspondientes a noviembre y diciembre, o si podrá pagar el salario trece, esa especie de “san” cuyo cobro espera ilusionada la baja y numerosa burocracia dominicana.
Los hay que dicen, al conocer estos números, que Leonel Fernández preparó el terreno para que fracasara estrepitosamente un eventual gobierno de Hipólito Mejía, su despreciado oponente político, porque, en el fondo, no contaba con el triunfo del candidato de su partido. Una inferencia que podrá no ser descabellada pero que no satisface la angustia colectiva –y no solo gubernamental— de no saber cómo hará el país si Fernández se lo llevó todo.
Margarita Cordero
7dias.com.do
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