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DOMINICANOS SOMOS. Vea las más leídas de la semana en la columna lateral derecha de este blog. / DLRD, desde el 1ro. de septiembre de 2005 en la W.W.W.

jueves, 28 de mayo de 2015

El Clamor del Pueblo vs el Guardián de la Constitución


La retícula, el poder, la reelección, el modelo
El país está en ascuas. Es necesario pisar fino para no quemarse los pies con una brasa ardiendo. Pero en el mundo de hoy lo real no existe sino como una abstracción que organiza muchas cosas a su alrededor. Leer lo que está pasando ahora mismo es introducirse en ese complejo entramado de informaciones, hechos, réplicas y contraréplicas, retículas de poderes, tácticas y estrategias, etc; todo solapado en gran medida en el complejo semiótico de la lucha por el poder.

Esa, sin embargo, es la apariencia. Danilo Medina enfrentado a Leonel Fernández ya no encarna la misma confrontación que se verificó en el 2008. El danilismo está muy lejos ahora de aquellas dos lágrimas cansadas, que colgaban de las mejillas de quien es en este instante Presidente de la República, la noche en que tronó diciendo: “Me derrotó el Estado”. Ambas facciones ya han probado las “mieles del poder”, y pertenecen a la misma estirpe. Una buena parte, pues, de lo que está ocurriendo ante nuestros ojos no necesita ser justificada, ha sido creada, manipulada, organizada como un engendro del poder. No podemos confundir el efecto con la causa. El efecto es convertir la reelección en un “clamor del pueblo” y un territorio de confrontación jurídica; pero la causa es la continuidad del modelo de dominación social implantado por los doce años de leonelismo. Ese modelo tejió para el PLD una retícula de poder exitosa. Subordinó todo el tinglado institucional del país a los intereses del grupo dominante, legitimó la corrupción, enriqueció a la cúpula partidaria, originó acumulación originaria de capital que permitió crear grupos económicos pujantes, convirtió al Estado en fuente de financiamiento del partido, y se constituyó en garantía de los triunfos electorales.

De las bonanzas que ese modelo generaba los danilistas habían sido únicamente beneficiarios marginales. Si el danilismo sobrevivió a la embestida del Estado y permaneció como proyecto, fue porque contó con la “inversión” de rentistas que creyeron en su opción de poder. El danilismo no es un pensamiento, no es una propuesta de redención social, no encarna un imaginario ideológico que apunta a la liberación. Ni siquiera aspira a ser un referente ético de la acción política. Es una práctica, un proyecto político-económico cuya fuente de explotación es el Estado. Contrario al leonelismo, que forjó su costado económico desde dentro de la administración del presupuesto público expandiendo la corrupción, el danilismo arribó al poder con sus rentistas para quienes el Estado es tan solo una oportunidad de negocios. Al danilismo el modelo de dominación leonelista le viene como anillo al dedo. Danilo no lo ha tocado en lo más mínimo, y lo reproduce y le pelea el espacio.

Por lo que Leonel Fernández y su grupo quieren volver al poder es exactamente lo mismo por lo que Danilo Medina y su grupo quieren quedarse. Gonzalo Castillo, José Ramón Peralta, José Manuel González Cuadra, José del Castillo Saviñón, Carlos Amarante Baret, y muchos otros; pueden proclamar que la reelección es una “jornada patriótica”. Pero eso no es más que lo que Michel Foucault llamó “discurso-poder”, un recurso de legitimación que emplean todos los grupos dominantes. No existe poder sin retórica propia, y los discursos con los que los modelos jurídicos se legitiman, son las máscaras con las cuales el poder se presenta. Leonel es “el guardián de la Constitución”. Danilo Medina responde al “clamor del pueblo”. Ambos son el mismo modelo. La sociedad no es más que un sistema de fuerzas y poderes, y por debajo de esa retórica se esconde la mano férrea de la dominación. Lo real es que los dos grupos hegemónicos dentro del PLD practican la misma explotación del Estado. El danilismo no tiene ninguna sucesión que le garantice seguir disfrutando del modelo que erigió Leonel Fernández, y se lleva por delante todo el marco de la Constitución para mantenerse con el dominio del presupuesto. El leonelismo tiene urgencia de regresar al Gobierno del aparato del Estado, oxígeno y cordón umbilical de su riqueza. Para el leonelismo es de vida o muerte; para el danilismo, que se le abrió el apetito, es la consolidación y el pago exhaustivo a sus rentistas y militantes que invirtieron en el proyecto. El objetivo es el dominio del presupuesto.

Uno sabe que el poder se ejerce más bien que se posee. Hay que conocer la esencia para entender la apariencia.


Andrés Luciano Mateo
Hoy
Foto: Art by Marihal

Prioridad nacional



Samuel Priego
Diógenes y Boquechivo
Diario Libre

Frases célebres: César Medina (37)



¿Cómo se puede ser presidente de un partido y desobedecer los mandatos de ese partido?

+ Expresada en su columna de hoy, titulada ¡… Y Leonel quebró al PLD! En referencia al Dr. Leonel Fernández Reina, presidente del PLD.


Jeannelle Koss / Desde La República Dominicana

miércoles, 27 de mayo de 2015

Es que nadie más en el PLD sirve para presidente?


Leonel Fernández devuelve la pelota
Los abogados constitucionalistas no concuerdan en si la Constitución dominicana actual establece que la ley de reforma es orgánica, ni tampoco en si la modificación sobre la reelección necesita referendo aprobatorio.

La Constitución de 2010 es tan larga que olvidaron precisarla. Los principales arquitectos fueron el Congreso actual que la aprobó y el expresidente Leonel Fernández que la promovió y promulgó. Ahora Fernández se erige en protector de lo que no establece claramente la Constitución, y lo hace a su conveniencia. Ha tirado la pelota al danilismo y al Comité Político que él mismo preside.

Primero reitero mi opinión general sobre el tema: no estuve de acuerdo con la reforma constitucional de Hipólito Mejía en 2002 porque su objetivo fue exclusivamente cambiar el artículo sobre la reelección para beneficio propio. No estuve tampoco de acuerdo con la reforma constitucional que impulsó Leonel Fernández en 2009-2010 porque su objetivo fundamental fue rehabilitarse electoralmente, ya que había agotado todas las posibilidades de reelección después de 2008. Quería volver al poder y para eso tenía que reformar la Constitución.

Con más inteligencia política que Mejía, Fernández promovió una supuesta reforma constitucional integral con la participación de notables del derecho nombrados por Fernández y “consultas populares” patrocinadas por la Presidencia de la República.

A pesar de las peticiones para reformar la Constitución mediante una Asamblea Constituyente y que el nuevo texto constitucional se aprobara en un referendo, Fernández hizo caso omiso y procedió a modificar la Constitución sin la participación ni la validación popular. Sorprende pues ahora su apoyo a la soberanía popular.

El llamado pacto de las corbatas azules entre Leonel Fernández y Miguel Vargas sirvió para coronar el supuesto gran pacto político mediante el cual se reformó la Constitución. Pero en aquel momento Vargas no era presidente del PRD, aunque actuó como tal sin serlo.

La Constitución de 2010 es un texto fundamentalmente conservador lleno de adornos progresistas (a este asunto me he referido en artículos anteriores). Producto de esa Constitución, Fernández se rehabilitó para poder buscar una cuarta postulación como lo intenta ahora; y eso se ha convertido en la manzana de la discordia en el PLD.

Si Fernández no cambió la Constitución en 2010 para beneficio propio como dijo en su reciente discurso, y si la idea de restablecer la reelección indefinida (no consecutiva) no fue suya, entonces la evidencia de que su planteamiento es genuino sería no buscar una nueva postulación en 2016. Pero ¡oh no!, desde que salió del poder en el 2012, no cesa en sus afanes de volver.

Ahora se erige en intérprete de la Constitución y declara que la ley de reforma es orgánica, es decir, que requiere dos terceras partes para aprobarse, y que es necesario un referendo aprobatorio. Establecer este argumento correspondería al Tribunal Constitucional, cuyos miembros fueron todos nombrados por el propio Fernández en base a la Constitución de 2010.

Con su discurso, Fernández devuelve la pelota a los danilistas y les complica el juego político. Los leonelistas en el Congreso asumirán la posición de Fernández, no habrá unidad peledeísta, y será muy difícil lograr las dos terceras partes para la reforma constitucional.

Mi opinión final: para demostrar el institucionalismo y el desinterés histórico que propaga, Fernández debería probarlo no postulándose en el 2016; fue él quien promovió y promulgó la Constitución de 2010 que lo rehabilitó electoralmente. Medina, por su parte, para ser consecuente con sus planteamientos críticos de la reelección en el pasado, tampoco debería buscar una repostulación ahora.

¿Es que nadie más en el PLD sirve para presidente?

Rosario Espinal
Hoy

Economía familiar



Erlich
Lo esencial

Leonel Fernández cierra las puertas a un entendimiento


El discurso de Leonel Fernández
Los seguidores del expresidente Leonel Fernández talvez no se han percatado todavía del significado de su discurso el lunes de esta semana, con el que cerró toda posibilidad de un entendimiento para ponerle fin a la situación generada en el Partido de la Liberación Dominicana por el cambio en la correlación de fuerzas que dan al presidente Danilo Medina el control y el liderazgo de la organización.

Acorralado por la pérdida de la supremacía partidaria, el tres veces presidente de la República pareció esa noche incapaz de colocarse a la altura que le impone su condición de presidente del partido, desafiando la autoridad que las reglas y la tradición le han impuesto desde su fundación hacen más de 40 años.

Sin hacer mención alguna de ella, Fernández expresó su rechazo tajante a la decisión del Comité Político, la máxima jerarquía ejecutiva que él encabeza, de llevar al Congreso un proyecto de ley de reforma constitucional, que permitiría al presidente Medina optar por un segundo mandato consecutivo. La aprobación de esa ley cambiaría radicalmente la dirección de los vientos con los que Fernández aspira a ser nuevamente el candidato presidencial, a despecho de su creciente tasa de rechazo. Su posición más que de principio obviamente radica en ese punto: su desplazamiento como líder de la organización.

Visiblemente enojado y con muestras faciales del mal momento, el exmandatario hizo referencias muy ácidas hacia la figura del mandatario, quejándose de una supuesta campaña dirigida a desacreditarlo, atribuyéndolo a una lucha de intereses grupales dentro del partido. Lejos de plantear una salida negociada al impasse a lo interno del PLD, Fernández añadió ingredientes que podrían acentuar las diferencias, anulándose probablemente como una opción a la reelección presidencial, y alejándose así de la tradición disciplinaria que ha caracterizado la vida de ese partido.

Miguel Guerrero
La Columna de Miguel Guerrero
elCaribe

Sabotaje!



Cristian Hernández
EL CARRUSEL DE LA VIDA
El Día

Un discurso de división


Un Leonel irreconocible
Leonel Fernández siempre ha sido una persona que, además de su inteligencia y formación, ha exhibido una sangre fría impresionante, pero en su discurso de este lunes en la noche lució irreconocible, adoptando una posición de división, agresiva, definitivamente  inapropiada para el cargo que ostenta de presidente del PLD. Claro que era obvio que hablaba no el presidente del partido sino el aspirante a la candidatura presidencial.

Ni Danilo Medina con su silencio, ni Leonel Fernández erigiéndose en guardián de la Constitución podrán convencer a nadie de que buscan algo distinto de, uno, la permanencia en el poder y el otro el regreso al poder, además, claro está, del liderazgo indiscutido del partido de gobierno.

Por esa razón creo que Leonel falló en querer presentarse como un individuo que no aspira a cargo público alguno, que solo se opone a la reforma constitucional por razones de principios, cuando todo el mundo sabe que ha estado soplando fuerte para que los vientos lo empujen al palacio presidencial y que su oposición a la reforma se debe a que para lograr sus propias ambiciones tiene que cerrarle el paso a las ambiciones del presidente Medina.

Cuesta mucho trabajo digerir que Leonel está asumiendo esta causa basado exclusivamente en el respeto a la Constitución, pues se siente “en la obligación moral de ser su guardián, su vigilante y su centinela”.

Esta posición de Leonel no es coherente con su práctica, mientras ejerció como presidente de la República, de violar la Constitución sin pena alguna. Para muestras en dos tiempos diferentes están el contrato de la Sun Land y el déficit fiscal del año 2012. El hecho de que ese déficit haya sido realizado, en parte, para lograr que Danilo Medina alcanzara la presidencia de la República no implica una circunstancia atenuante de su responsabilidad sino por el contrario, es una circunstancia agravante de la misma.

Leonel no puede olvidar que la Constitución del 2010 establece en su artículo 238 los criterios para la asignación del gasto público, y ese texto constitucional fue pisoteado por él a mansalva para gastar en el año 2012 más dinero que el aprobado por el Congreso, sin ningún tipo de planificación, programación o evaluación. Ese gasto excesivo e inconstitucional no solo ocurrió durante el periodo electoral sino que se extendió luego de las elecciones y hasta que bajó de la silla presidencial, en una clara muestra de que desde ese momento estaba promocionándose y acumulando capital a través de sus funcionarios de más confianza, para volver a la presidencia.

El discurso muestra a un Leonel lacerado, que enseña sus heridas sin problemas (“se ha intentado degradarme, deshonrarme y hacerme añicos”) y aunque no lo dice de manera directa, es claro que identifica a Danilo como responsable, pues éste es el destinatario del discurso.

La sangre fría de Leonel desaparece y utiliza frases que todo el mundo sabe que van dirigidas contra Danilo aunque no lo diga expresamente. Por ejemplo, dice que se están utilizando ardides y argucias para violar la Constitución, que se pretende interpretar la misma en forma aviesa o acomodaticia, que una modificación constitucional no debe favorecer al gobernante de turno, que él respeta la Constitución, infiriendo que el otro no lo hace, que mañana puede surgir algún aventurero que quiera volver a modificar la Constitución para perpetuarse en el  poder haciendo un símil con Trujillo, que hay hombres que viven sin decoro, que un hombre que oculta lo que piensa o no se atreve a decir lo que piensa no es un hombre honrado (citando a Martí).

Leonel, como político sagaz, no podía pasar por alto que la gran mayoría de los que escucharan o leyeran su discurso, iban a pensar que todas esas frases y otras tantas, estaban dirigidas a su rival político que le disputa no solo la presidencia de la República sino también el liderazgo del partido.

De todo lo dicho por Leonel solo pude rescatar una idea que pudiera dejar entrever cierta posibilidad de negociación en el futuro, y es cuando se refiere a una “propuesta” de modificar la Constitución para ponerle un candado al tema del periodo presidencial, estableciendo una súper mayoría de las tres cuartas partes de los miembros de cada Cámara para aprobar la ley que declara la necesidad de una reforma sobre ese tema, así como una mayoría similar para que pueda ser aprobada por la Asamblea Revisora y de que en el referendo ratificatorio  se aumente el porcentaje mínimo de participantes de 30 a 60 por ciento.

Estoy plenamente de acuerdo con estas ideas, pero la gente se preguntará por qué Leonel no las introdujo en la Constitución del 2010, y me atrevo a pensar que no lo hizo porque no quería cerrarse definitivamente la posibilidad de modificar la Constitución para ser candidato en el 2012. Si 27 senadores lo visitaron en el 2011 para pedirle que se reeligiera y se recogieron 2.4 millones de firmas para tales fines que se presentaron en un acto ¿solemne? en el Palacio de los Deportes, era porque estaba midiendo cómo soplaban los vientos en ese momento y por lo visto no le eran favorables.

En mi opinión la reelección ha sido una maldición para nuestro país y no es que sea mala per se, es que no tenemos suficiente institucionalidad para evitar sus consecuencias dañinas, como las que ocurren en este momento, en que todo gira en torno a la reelección y nadie presta atención a temas muchísimos más importantes, como por ejemplo el escandaloso caso del Hospital Darío Contreras.

A este país no le conviene una oposición dividida, como la que hemos tenido por tanto tiempo, pero tampoco un partido de gobierno, cual que sea, dividido. El discurso de Leonel lamentablemente fue un discurso de división.


Francisco Álvarez Valdez
Acento

Váyase en paz, mi compadre, váyase en paz


Una fiera herida
Una fiera herida es muy peligrosa. La fiera herida extrema su instinto de sobrevivencia y ve en todo el que se asoma una amenaza inminente. La fiera herida se expresa entre gruñidos y quejidos lastimeros, y a ratos finge que ha muerto quedándose quietecita, pero siempre con un ojo entreabierto. Y si acaso el cazador engañado se le acerca, con sus últimas fuerzas la fiera herida se le abalanza mortalmente con garras y colmillos. Por eso, cuando una fiera está herida lo mejor es amarrarla para que no pueda moverse, o rematarla (y cantarle aquel merengue que relanzara Juan Bosch: “Váyase en paz, mi compadre, váyase en paz”).


Ramón Colombo
Fogaraté
elCaribe

El naufragio simultáneo de dos proyectos políticos


Leonel ha dicho lo que piensa, falta Danilo
Finalmente, Leonel fija su posición sobre el tema de la reforma constitucional, en un discurso donde deja claro su rechazo a la resolución del Comité Político del PLD, a través de la cual los danilistas pretenden hacer pasar la reelección. Con su posición, formaliza la ruptura con Danilo y ahora le toca a este hacer pública su posición frente a ese rechazo y a la ruptura planteada por Leonel con una propuesta camuflada de jurídica, pero en esencia política.

Además, en todo el discurrir de su discurso deja claramente establecidas sus diferencias personales con Danilo. Fueron varias las alusiones a este, la parte de la cita que hace de José Martí: “un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado”, en la última parte de su discurso, difícilmente pueda no ser interpretada como una de esas alusiones y una ofensa de improbable olvido.

En tiempo de crisis y de deslindes en la lucha política los líderes acostumbran a recurrir al recuento de sus logros y a sacar del baúl los agravios que real o supuestamente le provocaron sus adversarios, el discurso de Leonel del pasado lunes se inscribe dentro de esos usos y costumbres. Ha amalgamado lo político y lo personal haciendo casi imposible cualquier entendimiento.

Más que una lucha política, la de ellos es una lucha de personalidades, agravada en este caso por ser también una lucha entre facciones/ corporaciones de una poderosa corporación económico/política, haciéndola inédita en la historia política del país y posiblemente de toda la región. Leonel propone la celebración de un Referendo para modificar la Constitución y el artículo 210, consciente de que este dice que para hacerlo será a través de una “ley que determinará todo lo relativo a su celebración” y requerirá las dos terceras partes.

Habrá que hacer esa ley, ponerse de acuerdo sobre si es orgánica o simple, hacer un protocolo introductorio y votarla, que demandará un tiempo que podría ser muy dilatado y traumático, de salida incierta, de alto costo político para Danilo y el PLD y de insoportable estrés para toda la sociedad. En ese sentido, la propuesta de Leonel, más que jurídica es esencialmente política y se enmarca en las posiciones y estrategia del sector más retrógrado del país, el de los Castillo, que está en plena guerra contra el gobierno de Medina, otro ingrediente de la crisis.

Otra cuestión que la complica es que la misma la plantea y conduce el presidente del partido, una arista institucional y simbólica muy significativa. Leonel tiene muchos seguidores que le son fieles y que podrían seguirlo hasta el final, no solo por su carisma, sino porque tienen suficientes recursos económicos para resistir por cierto tiempo el embate de la otra facción y porque están en juego sus intereses económico/políticos.

Leonel ha tomado la iniciativa y obligado por el tiempo, le toca a Danilo decir lo que piensa. En lo inmediato, la crisis afecta a ambos, no solo a Leonel, porque están en el mismo barco y parece que será simultáneo naufragio de sus respectivos proyectos.

César Pérez
Hoy
Dibujo:  Jack Thayler



Consenso general: Comité Político del PLD debe actuar ¡ya!


Hay una conspiración en curso
Tantas opiniones de tantas personas entendidas en la materia no pueden estar equivocadas, Leonel Fernández, con su agresivo y ofensivo discurso que expresara a todo el país el pasado lunes lleva hacia la división al PLD. Leonel Fernández no ha podido asimilar la estocada a su ego que le propinara el comité político de su partido el pasado 19 de abril en Metro Country Club.

Leonel Fernández, dentro de todos los logros que ha acumulado en su larga carrera política tiene el deshonroso récord de haber destruido al PRSC, al PRD y va camino de realizar lo mismo con la organización que preside si no actúan con celeridad sus más altos dirigentes.

Es al comité político del PLD que le corresponde evitar una división y debe hacerlo ¡ya! Convocar a Leonel Fernández a un juicio disciplinario y destituirlo de la dirección de ese partido. Fernández se iría como candidato del partido familiar de los vincho, la FNP, y Miguel Vargas Maldonado se les uniría, así quedaría el PLD sin el insubordinado Leonel Fernández y sin su pandilla, los que dicho sea de paso ensombrecen la imagen de esa organización.

Una alianza Fernández y su pandilla + los vincho + Miguel Vargas Maldonado, a pesar del poderío económico que ostentan, obtendrían números electorales en los comicios de 2016 que los sacarían de la política nacional para siempre y esta purga beneficiaría al partido creado por Juan Bosch.

La actitud de Leonel Fernández y su pandilla no tiene dudas, no están dispuestos a dar paso a Danilo Medina y harán todo lo que esté a su alcance para asaltar el poder de nuevo, en contubernio con la FNP y si es necesario sumar al PRD (con sotanas incluidas).


Jeannelle Koss / Desde La República Dominicana

Cuidao' con la guagua! / Vídeo


Encuesta de Trompoloco sobre el discurso de "El Guardián de la Constitución"



Trompoloco

Delincuencia imparable



El Roto
El País

martes, 26 de mayo de 2015

Claudio Acosta

                                           Claudio Acosta.

Todavía se puede
En los diez años que vamos a cumplir próximamente como uno de los blogs dominicanos con presencia diaria hemos leído y estudiado a docenas de periodistas dominicanos de mucha valía, por su profesionalidad, integridad y buen juicio; entre ellos destaca Claudio Acosta, del diario Hoy. Su opinión vale y cuenta. No nos perdemos ni una sola de su popularísima columna "Qué se dice...", tan asiduos somos que cuando no la encontramos los lunes sentimos que nos estamos perdiendo de algo.

Ninguno de los que colaboramos aquí hemos tenido el placer de conocerlo personalmente lo cual no ha sido necesario para estimarlo como un gran periodista y ser humano. DLRD es un blog pionero en la reproducción de los más destacados dominicanos que escriben sin lucrarnos de su talento, más bien los promovemos y difundimos su figura y pensamiento.

En varias ocasiones hemos sido testigos de que las opiniones de Claudio trazan líneas a otros comunicadores sin proponérselo y además nutre de ideas novedosas para plantear los sucesos diarios que acontecen. No son pocas las veces que coincidimos con el señor Acosta en sus puntos de vista, lo que nos indica que vamos por buen camino.

Reciba Claudio pues,  un abrazo virtual de DLRD y lo exhortamos a continuar su fructífera labor en bien de la sociedad, su proceder nos hace creer que todavía se puede.


Desde La República Dominicana

El Guardián de la Constitución





Olga Dipp / Desde La República Dominicana
Figureo en DLRD
Foto: Acento com

Leonel Fernández y su lógica del todo o nada


Colofón de un discurso: "Horacio o que entre el mar"
SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- Nadie descubre nada si afirma que el discurso pronunciado en la noche del lunes por el expresidente Leonel Fernández para fijar posición sobre la propuesta de reforma constitucional, lleva la situación interna del Partido de la Liberación Dominicana a un punto de no retorno.

Lo que durante las últimas semanas pudo verse como una contradicción difícil pero soluble, es ahora un enfrentamiento frontal entre dos fuerzas de distinta potencia, es cierto, pero incapaces de neutralizar una a la otra. Insoslayable que el presidente Danilo Medina cuenta con  la mayoría de las estructuras del partido renovadas durante el Congreso Norge Botello del año pasado, pero Leonel Fernández tiene en sus manos una cantidad suficiente de seguidores, construida intencionadamente desde el poder que abandonaba en 2012, con la que agriará el vino de la pretensión reeleccionista.

A diferencia de lo reiterado de manera casi obsesiva por Fernández en su discurso, no se trata de “principios”. Reeditando el tono bíblico impreso al final de su alocución, vale citar del evangelista Mateo su frase “Así que por sus frutos los conoceréis”, porque no todo el que invoca al Señor entra en el Reino de los Cielos, sino el que obra según su voluntad. A Fernández no le bastarán nunca sus vehementes reivindicaciones de demócrata constitucionalista. Los frutos de sus 12 años de gobierno son su marca de identidad. El secuestro de las altas cortes es un pernicioso botón de la muestra.

Pero, además, Fernández sacó el conflicto por la reelección del ámbito partidista. Ni una sola de las líneas de su discurso hace mención de la decisión del Comité Político peledeísta, que aprobó por mayoría significativa emprender la aventura de la reforma constitucional para allanar el camino a la repostulación de Medina. No la disciplina distintiva, invocada hasta el hartazgo por el peledeísmo desde su fundación, sino su visión de las cosas y su trayectoria pública, elaborada con los materiales de la fantasía.

Y este abandono del papel que le corresponde, ya no como dirigente y líder de larga data de las huestes moradas, sino como actual presidente de la organización, es sintomático de que la lucha interna no está motivada por el choque entre pensamientos políticos que buscan, uno, preservar la supuesta o real tradición institucionalista y, otro, echarla por la borda renunciando a la condición de “legatarios” de las lecciones políticas dejadas por la Revolución de Abril de 1965.

Tampoco ha de extrañar este abandono del terreno del partido a favor de un espacio que, enajenado el vínculo con las estructuras políticas de origen, permite desplegar una capacidad congresual obstructiva difícilmente doblegable.  La extrema personalización del discurso, rayana con la egolatría, es conducta y no azar. Dentro de las filas partidistas, las posibilidades de perder son muchas; fuera, no ganará pero tampoco permitirá que lo haga el contrario. Ese, y no otro, parece ser el cálculo de Fernández, ingenuamente creído en que los manidos “principios” serán digeridos  por la opinión pública como razón real, fehaciente, de su insubordinación al proyecto de reforma.

Otra pifia

Si como afirmara anoche, la percepción de que su oposición a la reforma obedece a la ambición y a la mezquindad personal y política es descabellada, Fernández perdió la oportunidad de demostrarlo de manera convincente. De enfrentar la ojeriza pública con la realidad de su presumida grandeza política.

Una vía hubiera sido descartarse públicamente y de plano como eventual candidato a ocupar la presidencia de la República por cuarta vez. El renunciamiento a competir hubiera dado carne al esperpento de su “defensa constitucional”. No lo hizo porque no le pasa por la cabeza la idea de renunciar a sus múltiples predestinaciones: desde hacedor indiscutible del progreso dominicano hasta garante irreemplazable de la Constitución. Su lógica, repetimos, es la del todo o nada.

La vía propuesta del referendo aprobatorio es la brecha que deja abierta no para Danilo Medina, sino para sí mismo: podrá el mecanismo recibir el respaldo popular, pero eso no anula la competencia interna por la candidatura --que a todas luces perseguiría convencido de que será suya— , aunque ponga la participación electoral peledeísta contra las cuerdas del tiempo.

Releer su discurso lleva a concluir que desdeña el riesgo –o incluso lo prefiere— inducido por una suerte de esquizofrenia social que lo hace pronunciar una frase diagnóstica: “Y en estos momentos, la causa que asumimos es la del respeto por nuestra Constitución, la defensa de nuestra democracia y nuestro Estado de Derecho. Lo hago porque como principal promotor o auspiciador de la actual Carta Magna, sin que nadie me haya dado mandato para ello, me siento, sin embargo, en la obligación moral de ser su guardián, su vigilante y su centinela, al igual que todo el pueblo dominicano”.

La posmodernidad de Fernández no puede reprimir al Doctor Merengue que la acucia. “Horacio o que entre el mar”.

Margarita Cordero
7días

Auxilio al Instituto del Cáncer Rosa Emilia Pérez Tavares


Presidente debe apoyar al Incart
Cuando el presidente Danilo Medina designó a la Dra. Catalina González Pons al frente del Incart la sociedad la aceptó con beneplácito porque se entiende que es una mujer capacitada e íntegra. Los escollos que ha tenido que sortear desde su designación en diciembre pasado le han hecho sumamente difícil su gestión. Urge que la sensibilidad del presidente Danilo Medina y la sapiencia de la ministra de Salud Pública, Altagracia Guzmán Marcelino, faciliten a la Dra. González Pons las herramientas necesarias para que una inversión de mil quinientos millones de pesos cumpla a cabalidad  con los fines para lo cual fue construido. El Incart debe ser apoyado para que cumpla su misión y en este su primer aniversario es la ocasión propicia para realizarlo.

Jeannelle Koss / Desde La República Dominicana

Instituto Cáncer tiene 12 áreas que no funcionan; Oisoe aún no las termina
Por lo menos 12 áreas del Instituto del Cáncer Rosa Emilia Pérez Tavares no funcionan debido a que la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (Oisoe) no ha terminado de colocar los lavamanos, techos en salas de cirugía y pisos especiales para medicina nuclear. El presupuesto para estos fines es de 11 millones 480 mil pesos.

Asimismo, el único hospital de cáncer que tiene el Estado dominicano funciona solo en un 10% de su capacidad porque casi todos los pacientes con cáncer afiliados en el régimen subsidiado son remitidos a los hospitales privados.

Durante un recorrido por el Instituto, periodistas de Hoy observaron que el centro está casi vacío de pacientes, pues aunque fue inaugurado y entregado hace un año, la resonancia no puede funcionar, por un detalle como una pieza que cuesta US$150 mil dólares.

Debilidades

Los UPS centrales están sin conectar todavía, esa conexión cuesta un poco más de RD$3.0 millones, es responsabilidad de la Oisoe.

Los techos para unas lámparas en salas de cirugía también están pendientes, Estos cuestan alrededor de RD$250,000.

No terminan

En la práctica, todavía la Oisoe no ha entregado el hospital del cáncer al Ministerio de Salud, pero aún así, detalles sin concluir atrasan el avance de los servicios, aseguran médicos. Se trata de detalles que se realizan en poco tiempo, pero que dificultan las tareas del centro de salud del Estado.

Si al hospital se le da prioridad, sus ingresos anuales en servicios podrían superar los RD$2,500 millones, aseguran especialistas en gerencia.

Ya se hacen cirugías, imágenes, laboratorios, procedimientos, pero hace falta más promoción y valorización oficial de la capacidad de este centro.

Priorizar. Las autoridades del centro necesitan que el Estado priorice la optimización de su hospital, que los pacientes asegurados subsidiados por quienes el Seguro oficial paga millones al sector privado sean enviados a ese centro, propiedad del Estado.

De tres millones de subsidiados que al mes de marzo pasado tenía afiliado el Senasa, se estima que el 15% de los 2.7 millones de adultos, tendrán algún tipo de cáncer.

En la actualidad los centros de salud y diagnóstico del gobierno pagan sumas millonarias a centros privados, por concepto de tratamiento de cáncer. Desde hace un año funciona el Instituto Oncológico Rosa Tavares.

Dinero

El centro tiene una subvención de RD$20 millones al mes, pero no necesitaría más recursos si el Seguro Nacional de Salud (Senasa) y la red de hospitales estatales enviara todos los pacientes asegurados del régimen subsidiado. Se refiere a los que tienen algún tipo de cáncer y requieren quimio o radioterapia

En el área de Gastroenterología se necesitan lavamanos y algunos instrumentos; eso cuesta cerca de RD$500 mil pesos.

Misión 

Este hospital tiene entre sus objetivos dar atención a todos los pacientes con cáncer, para eso implementa un modelo nuevo basado en unidades funcionales, asegura González.

Los profesionales trabajan en las tres especialidades oncológica, quimioterapia y radioterapia.

Avances

Este centro, asegura su directora, tiene grandes ventajas para sus pacientes, una persona puede ir en un mismo día hasta a cuatro especialistas. Es único.

Los pacientes son acompañados permanentemente por una enfermera que los lleva hasta su proceso final en el tratamiento.

En este centro no necesita hacer una cita y desde el primer día el paciente es visto por el especialista, asegura la oncóloga. Tienen la esperanza de ver resueltos los problemas que tiene el hospital, para poder dar los avanzados servicios.

Altagracia Ortiz
Hoy



También el Incart tiene cojeras
A pesar de que el Instituto Nacional de Cáncer Rosa Emilia Pérez Tavares (Incart) fue inaugurado el 28 de mayo de 2014, un año después de esa ceremonia el centro tiene al menos doce de sus áreas inactivas porque no han sido terminadas por la dependencia oficial encargada de la obra. Salvando las diferencias, en este centro se observan fallas similares a las denunciadas por los médicos del hospital traumatológico Doctor Darío Contreras, obras que no fueron supervisadas por el Ministerio de Salud Pública.

El funcionamiento del Incart está limitado a solo un 10% de su capacidad por causas como la no instalación de los lavamanos, techos en salas de cirugía y pisos especiales para medicina nuclear. El equipo de resonancia magnética no está funcionando por falta de una pieza que cuesta 150 mil dólares, mientras que los UPS centrales están aún sin conectar. Los encargados de la obra ni nadie ha explicado por qué está pasando esto a un año de inaugurado el instituto.

Como consecuencia de las cosas que faltan por hacer e instalar, casi todos los enfermos de cáncer afiliados en el régimen subsidiado son remitidos a los hospitales privados, que cobran al Gobierno enormes sumas por concepto de tratamiento de pacientes cancerosos. El Gobierno debería tomar medidas enérgicas para conjurar estas fallas en las obras de centros como el Incart.

Editorial Hoy
Hoy

Bestia inofensiva




Mercader
elCaribe

El problema no es la reelección, es la corrupción


Distracciones
La pobreza es la vida del 40% de los dominicanos. La indigencia, del 20%. Son datos de la CEPAL, y no hay crecimiento del 6.5% que haya logrado revertir esas cifras. Somos un país que, esencialmente, distribuye mal el crecimiento.

No somos tan pobres como para necesitar programas internacionales de asistencia para construir letrinas, como ha sucedido. Ni tan boyantes como para andar desperdiciando millones en acciones innecesarias, como ocurre todos los días.

Las discusiones sobre la reelección no pasan de ser ejercicios de lucha de poder entre grupos políticos para administrar un presupuesto que no para de crecer, y que no logra bajar las cifras de la pobreza, ni siquiera a la media de la región.

Nos arrastran a una discusión sin fin que nos distrae de los problemas reales. Nadie la gana, porque el que sigue la retoma.

No somos más pobres, ni nuestros jóvenes se quieren ir del país, ni las calles son un vertedero, ni los hornos de carbón siguen humeando, ni la capital se arrabaliza ante nuestros ojos, ni los choferes tienen secuestrado el transporte nacional, ni las playas están privatizadas o deterioradas, ni la educación es todavía de baja calidad, ni los sueldos no alcanzan... porque haya o no haya reelección cada cuatro años.

Somos más pobres, porque los políticos nos hacen más pobres, administrando de manera ineficiente e interesada el presupuesto que sale de nuestros impuestos.

El problema no es la reelección, es la corrupción. Siempre lo ha sido.


Inés Aizpún

Leonel Fernández traiciona CP del PLD / Discurso íntegro


Discurso íntegro
“Comparto la opinión de que el pueblo es el que manda. Y si es así que lo diga el pueblo a través de un referéndum”. "Acato los resultados de un referéndum y rechazo una modificación constitucional únicamente para incluir la reelección".

Esto es básicamente lo que dijo anoche Leonel Fernández, casi textualmente la posición que ha asumido desde el inicio la Fuerza Nacional Progresista y los vincho.

Leonel Fernández se ha rebelado contra la decisión del Comité Político del PLD. Un referéndum conllevaría al país unos tres meses de organización y se habla de que costaría unos mil quinientos millones de pesos, un tiempo muy largo y unos costos que no se puede permitir la nación.

Toda la malicia y la maldad de Leonel Fernández y su pandilla fue expresada en un discurso manipulador, lleno de no verdades, negándole el derecho a su compañero de partido Danilo Medina, a ser presidente por segunda vez cuando él lo ha sido tres veces.

Toca ahora al Comité Político del PLD dar una respuesta contundente a su presidente, lo correcto sería someter a votación su destitución como presidente del partido, por desacato a las directrices del organismo rector o por traición al mismo.

Apuesten a quien escribe amigos visitantes, si Danilo Medina no logra pasar la reeleción, Leonel Fernández no será ni candidato ni presidente del PLD.


Juan Santos / Desde La República Dominicana
Foto: Fuente externa

Discurso íntegro
Pueblo Dominicano:

Me dirijo a Uds. esta noche porque estoy consciente que debido a las tensiones suscitadas por el  intento de reformar la Constitución de la República con el propósito de hacer posible la reelección presidencial, hay mucha intranquilidad y nerviosismo en distintos sectores de la vida nacional, y mucha angustia y ansiedad dentro de las filas del Partido de la Liberación Dominicana.

Lo primero que debo decir al respecto es que contrario a la percepción que ha querido crearse, mi observación a la referida reforma constitucional no obedece al  hecho de que sea un ambicioso,  un mezquino  o un obstinado  que desafía todos los obstáculos , aunque las circunstancias, supuestamente,  no le favorezcan.

Nada más descabellado. Mi observación no obedece a razones tan innobles. Resulta, más bien, de una convicción;  de valores y de principios que he sustentado  con mi propia conducta o proceder, a lo largo del tiempo, cuando  requerido por la dinámica de los acontecimientos, he tenido que adoptar decisiones  sobre el particular.

Por ejemplo, muchos recordarán que durante mi primera gestión de gobierno, allá por el 1998, el presidente del Senado, Amable Aristy Castro, del Partido Reformista Social Cristiano, me hizo pública la propuesta de reformar la Constitución de la República a los fines de hacer posible la reelección presidencial.

El senador Aristy Castro incluso me visitó a mi casa para persuadirme de la necesidad de realizar la susodicha reforma. Al senador Aristy Castro le agradecí su gesto de confianza hacia mi persona, pero inmediatamente le expresé mi desacuerdo con su proyecto de reforma constitucional.

Pero el senador reformista no se daba por vencido. Poco tiempo después volvió, pero esta vez acompañado del Dr. Donald Reid Cabral, quien también se sumó a la causa de la necesidad de la reforma del texto sustantivo de la nación.

A ambos les reiteré mi negativa, pero había tal vehemencia y ardor en sus planteamientos que me pidieron visitar al Dr. Joaquín Balaguer, para escuchar directamente de sus labios el mensaje que me habían estado transmitiendo.

Visité a la legendaria figura de la política dominicana y hombre poseedor de una cultura enciclopédica, en su residencia de la Avenida Máximo Gómez No. 25. Allí conversamos sobre diversos tópicos,  pero muy especialmente sobre el tema que nos concernía: el de la reforma constitucional para viabilizar la reelección presidencial.

Escuché con gran atención e interés al viejo zorro de la política discernir sobre la inevitabilidad de modificar nuestra Carta Sustantiva, en razón de las graves amenazas de inestabilidad y retroceso que se cernían sobre el país ante la posibilidad de que la oposición saliese triunfante en las urnas.

En todo caso, lo que le manifesté, en medio de la gratitud y el respeto, fue mi desacuerdo, fundamentado en el hecho de que no me parecía aconsejable modificar la Constitución para beneficio propio; y en razón de que la última vez que en la historia de la República se había intentado hacer, en la época de Horacio Vásquez,  le abrimos las puertas a la larga tiranía de Rafael Leónidas Trujillo.

Mis argumentos no le parecieron convincentes. No estuvo satisfecho con mi decisión, pero finalmente la aceptó.  Acordamos mantener la comunicación ante cualquier otra eventualidad. Nos dimos un fuerte abrazo; y finalmente, nos despedimos.

Como siempre, tomé la decisión que entendía correcta, guiado por mis principios. Años más tarde,  con el apoyo de más de dos millones de votantes, por primera vez en la historia electoral de la República Dominicana, sin tener que haber modificado la Constitución, retornamos al poder en el 2004.

Con este triunfo del pueblo dominicano, desde el gobierno logramos recuperar la confianza, que estaba completamente perdida. Se redujo la tasa de cambio, que de 57 pesos por cada dolar, se colocó, de manera inimaginable, a tan solo 28 pesos por cada dólar. La inflación bajó. La economía se estabilizó y volvió a crecer por encima del 7 por ciento del Producto Interno Bruto. Se generaron nuevos empleos. Se aplicaron, de manera activa y eficiente, políticas sociales que hoy son ejemplo para toda la región; y se disminuyó, en forma significativa, el nivel de pobreza.

Como consecuencia de esos logros, obtuvimos, nuevamente, el respaldo mayoritario del electorado en los comicios de medio término del año 2006. En esa oportunidad, conquistamos, por vez primera, como Partido de la Liberación Dominicana, el mayor número de Senadores, Diputados y Alcaldes en el espectro político nacional.

Debido a esa resonante victoria, proclamé que la ruptura histórica experimentada con el golpe de Estado contra el gobierno del profesor Juan Bosch, en el 1963, se había vuelto a reencontrar con el triunfo de las fuerzas peledeístas en el 2006.

Entonces afirmé que el boschismo había vuelto a ser mayoría en la República Dominicana, y que esa era la ocasión precisa para continuar la Revolución democrática institucional que el líder y fundador de nuestro glorioso Partido de la Liberación Dominicana, profesor Juan Bosch, el más agudo pensador y analista político nacional, había iniciado desde sus luchas en el exilio y tras la muerte de Trujillo.

En razón de que la Constitución fue modificada en el 2002 por mi antecesor, no tenía ningún impedimento constitucional ni legal para presentarme a un segundo mandato consecutivo en el año 2008. Así lo hice, obteniendo nuestro Partido de la Liberación Dominicana un nuevo triunfo, a pesar del impacto de la crisis económica global, que condujo a un incremento inusitado de hasta 147 dólares el barril de petróleo, y a alzas desmesuradas del precio de los alimentos, fruto de la especulación financiera de contratos a futuro de productos básicos.

El 2010 fue memorable. En esa ocasión, todo el mapa electoral de la República Dominicana fue  teñido de morado. Se había logrado lo que nunca antes organización política alguna había alcanzado en  la historia política de la República Dominicana: haber ganado 31 de de las 32 provincias del país.

Todo eso, naturalmente, era posible por la estabilidad, el crecimiento, el desarrollo, el progreso, la modernización, la institucionalización  y el bienestar que venía experimentando nuestro país, bajo la conducción del Partido de la Liberación Dominicana.

Los representantes de organismos multilaterales, las delegaciones diplomáticas acreditadas en el país, las agencias calificadoras de riesgo, los diversos núcleos empresariales, los dirigentes sindicales, los visitantes extranjeros y los compatriotas que retornaban al lar patrio, todos sólo expresaban palabras de encomio y de asombro frente a los cambios que se erigían ante sus ojos, como testigos de excepción.

Y así, de esa manera, las agujas del reloj se movían de manera indetenible hacia la celebración de nuevos comicios presidenciales en el 2012. Pero desde un año antes, en el 2011, la efervescencia de la campaña empezó a sentirse. Se realizaban distintos actos en favor de una nueva reelección. Las diversas encuestas que se hacían, nos colocaban como favorito para ganar en primera vuelta.

Como parte de esos eventos, 27 Senadores me giraron una visita al Palacio Nacional sólo con el propósito de expresarme su solidaridad y apoyo ante cualquier decisión que adoptase con respecto al tema de la reelección. Igual ocurría con la mayoría de los Diputados y Alcaldes de nuestra organización política, quienes querían arrimar sus hombros y hacer causa común conmigo ante la eventualidad de una nueva candidatura presidencial.

Finalmente, aconteció lo insólito.  Se celebró un solemne, apasionante  y masivo acto  en el  Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, para hacer entrega de 2 millones 400 mil firmas de ciudadanos, en el que se nos solicitaba aceptar una nueva candidatura a la Presidencia de la República por el Partido de la Liberación Dominicana.

A pesar de todo el apoyo manifestado, de los grandes encuentros  realizados y de todos los testimonios de respaldo, lo que hice fue pronunciar un discurso en el que expresé mi preocupación en el sentido de que si intentase responder positivamente a las peticiones de diversos sectores en favor de una nueva candidatura presidencial en el año 2012, se estaría reproduciendo una antigua y rechazada práctica histórica nacional de pretender perpetuarse en el poder.

No es esta la primera vez que lo digo. Eso lo expresé en el 2011, cuando tenía un respaldo abrumador, dentro y fuera de nuestro Partido; y cuando todas las encuestas señalaban que ganaría en primera vuelta con porcentajes parecidos a los de elecciones anteriores.

A pesar de todo eso, no cambié la Constitución para reelegirme. No lo hice en el 1998, cuando me pedían a voz en cuello que me amarrara  los pantalones; ni lo hice en el 2011, cuando no claudiqué, ni  ante el reclamo de las multitudes, ni ante los números de las encuestas.

La razón era muy sencilla. No lo hice por mi profundo respeto por la Constitución de la República; y por mi inocultable temor de que la democracia, por la que tanta sangre se ha derramado, fuera a sucumbir una vez más.

En el 2012 hice fue lo que me correspondía hacer, tanto por mi condición de Presidente del Partido de la Liberación Dominicana, como por lo que me dictaba mi propia conciencia, que era apoyar en cuerpo y alma a nuestro candidato presidencial, compañero Danilo Medina, a los fines de que pudiera coronar con éxito sus aspiraciones de subir las escalinatas del Palacio Nacional.

Nuestro candidato estaba  25 puntos por debajo en las encuestas. Pero decidimos trabajar unidos, como corresponde siempre dentro del Partido de la Liberación Dominicana. Creamos tres frentes de batalla. Recorrimos todo el territorio nacional. Concitamos, una vez más el apoyo nacional; y volvimos a ganar en primera vuelta.

Sé que en determinados círculos de opinión se sostiene el argumento de que el propósito de la reforma a la Constitución del 2010 fue el de rehabilitar mis posibilidades de retorno al poder. Nada más incierto. La reforma constitucional del 2010 no se hizo con esa finalidad.

Al revés, esa fue una reforma integral, pactada con todos los sectores de la vida nacional, mediante un mecanismo de consulta popular, como no se había hecho nunca en la historia nacional, que abarcó la casi totalidad de la Carta Sustantiva, motivo por el cual muchos abogaban que se hiciese bajo la forma de una Asamblea Constituyente.

En  lo concerniente al actual sistema de elección presidencial, no fue mi criterio el que prevaleció. Fue el de otras fuerzas que consideraron que era más adecuado volver al modelo alternativo de la Constitución del 1994, que continuar con el mecanismo impuesto en  la reforma del 2002.

Pero mi desapego y desinterés por ocupar cargos no proviene únicamente de haber desestimado en dos ocasiones reformar la Constitución para reelegirme. Eso viene de muchos años atrás, cuando, por ejemplo, en el 1986 fui escogido como Diputado por el Distrito Nacional, y a pesar de haber sido despojado injustamente de esa elección, no presenté un solo motivo de agravio ante las autoridades de nuestro Partido.

Lo mismo volvió a ocurrir en el 1990. En esa ocasión se me pidió , nueva vez, abandonar la boleta como eventual candidato a Diputado por el Distrito Nacional, porque, supuestamente, se tenía previsto que ocuparía la función de Canciller de la República, en el caso hipotético de un triunfo en las urnas.

Luego de los acontecimientos que frustraron la llegada al poder de nuestra organización en esas elecciones, un compañero, tal vez con el propósito deliberado de zaherirme, en tono sarcástico, me expresó: ¨Tú sabes que si hubiésemos ganado, a ti sólo te habrían propuesto la posición de Vice-canciller.¨

Mi respuesta le sorprendió. Sólo atiné a decirle: ¨Pero es que como Vice-canciller todavía habría sido demasiado para mí.¨

Posteriormente, en el 1993, cuando se me sugería ser candidato a la Vice-presidencia para las elecciones del año siguiente, en 1994, decliné amigablemente la propuesta, y hasta propuse  quien sería el compañero más idóneo para tan alta distinción.

Todo este relato lo he traído a colación  para indicar que en  todo lo largo de mi trayectoria política, tal vez de manera atípica,  nunca me he procurado cargos o puestos. Los que se han conquistado a lo largo de los años,  han sido sobre la base del reconocimiento espontáneo y generoso de núcleos de amigos y compañeros que simplemente han confiado en mí;  y han creído ver en mi persona   determinadas cualidades que les atraen y les simpatizan.

Pero ni antes ni ahora mi lucha jamás ha sido por un cargo. Antes como en la actualidad, lo que siempre me ha animado es la lucha por una causa. Por una causa que considere justa, noble y valedera.

Y en estos momentos, la causa que asumimos es la del respeto por nuestra Constitución, la defensa de nuestra democracia y nuestro Estado de Derecho. Lo  hago porque como principal promotor o auspiciador de la actual Carta Magna, sin que nadie me haya dado mandato para ello, me siento, sin embargo, en la obligación moral de ser su guardián, su vigilante y su centinela, al igual que todo el pueblo dominicano.

Pero, más aún, lo hago porque percibo que en nuestro medio no se ha llegado plenamente a comprender que el objetivo fundamental de una Constitución es el  de establecer los límites al ejercicio del poder político.

La Constitución, además de disponer la protección y garantía del disfrute de los derechos fundamentales, contiene las reglas del juego político; y es como el semáforo en rojo que indica cuando hay que detenerse.

En la historia nacional ha habido quienes osadamente han modificado nuestra Ley de Leyes, para continuar su marcha desenfrenada, aún con la luz en rojo.

Y eso es lo que no podemos permitir que ocurra nunca.

Un destacado jurista y filósofo italiano del siglo XIX, Gian Domenico Romagnosi, llegó a sentenciar  que ¨La Constitución es la ley suprema que un pueblo impone a sus gobernantes con el objeto de precaverse contra el despotismo.¨

Parafraseando a Winston Churchill, el símbolo de la resistencia contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, la Constitución ¨no es un sofá que toma la forma de la última persona que se sentó en él.¨

En definitiva, la Constitución tiene una función de legitimación del poder político, tanto en su origen como en su desempeño. Para ella, la soberanía reside exclusivamente en el pueblo, de quien emanan todos los poderes, los cuales ejerce en los términos establecidos por la propia Constitución y las leyes.

Todo lo que se haga contrario a la Constitución es nulo. La Constitución es la fuente del Estado Democrático y Social de Derecho. Es la garantía del respeto a la dignidad de las personas; del derecho a la vida; a la libertad de expresión; a la integridad personal; a la libertad de conciencia y cultos; del derecho al honor, a la educación, a la salud y al trabajo.

Hace exactamente 50 años el pueblo dominicano se levantó en armas, en la gloriosa gesta heroica del 24 de abril de 1965, exigiendo el restablecimiento de la Constitución de la República, que había sido vilmente conculcada, infringida y quebrantada, por los autores de la asonada militar de septiembre de 1963, que puso fin, de manera abrupta, al primer ensayo democrático post-dictadura de Trujillo, encabezado por ese gran maestro de la política y la literatura, el profesor Juan Bosch.

Nosotros, los miembros y dirigentes del Partido de la Liberación Dominicano somos los legatarios universales de ese gran movimiento que fue la Revolución de Abril, pues sin ese acontecimiento, el líder y fundador de nuestro Partido no habría evolucionado en su pensamiento, dejándonos de esa manera huérfanos de una orientación que nos sirviera para convertirnos en los arquitectos de nuestro propio destino.

Sin Constitución no hay patria. Sin Constitución no hay nación; no hay familia.  Sin Constitución todos nuestros derechos son desconocidos. Sin Constitución podemos ser esclavizados, tratados sin dignidad, sin respeto, sin honor. Sin Constitución, sencillamente, no existimos.

Por eso debemos conocer, respetar y honrar nuestra Constitución. Sólo ella nos protege contra la arbitrariedad, el despotismo, la tiranía y la opresión.


Dominicanas y Dominicanos:

El pasado 30 de abril fue depositado por ante el Senado de la República, un proyecto de ley que declara la necesidad de reformar la Constitución de la República en su artículo 124.

Ese proyecto de ley fue presentado por 13 honorables miembros de esa cámara legislativa, conforme al artículo 269 de la Constitución, según el cual nuestra Carta Sustantiva ¨podrá ser reformada si la proposición de reforma se presenta en el Congreso Nacional con el apoyo de la tercera parte de los miembros de una u otra cámara, o si es sometida por el Poder Ejecutivo.¨

El objetivo del proyecto de ley, como acaba de indicarse, es el de reformar el artículo 124 de la Constitución, que dice así:

¨El Poder Ejecutivo se ejerce por el o la Presidente de la República, quien será elegido cada cuatro años por voto directo y no podrá ser electo para el período constitucional siguiente.¨

El proyecto de ley para reformar la Constitución lo que indica es lo que sigue:

¨Artículo 1.- Se declara la necesidad de modificar el artículo 124 de la Constitución de la República del 26 de enero del año 2010, así como el establecimiento de un artículo transitorio en el texto de la misma, conforme se indica en el siguiente artículo.

¨Artículo 2.- La presente reforma tiene por objeto:

¨a) permitir que el Presidente de la República disponga del derecho de poder optar por un segundo y único período constitucional consecutivo, no pudiendo postularse jamás al mismo cargo.

¨b) establecer un artículo transitorio en que se consigne de que en el caso eventual  de que el Presidente de la  República actual, correspondiente al período 2012-2016, sea candidato presidencial  para el período 2016-2020, no podrá presentarse para el siguiente y para ningún otro.¨

Como ha podido constatarse, el objetivo de la reforma constitucional es el de hacer posible la reelección presidencial para un segundo período consecutivo, y que luego no pueda postularse jamás.

Como he expuesto de manera consistente, estando en el poder o fuera de él, siempre he estado de acuerdo con la reelección presidencial como figura jurídica, porque, en realidad, cuatro años resultan pocos para un gobierno que está realizando una buena labor.

Por eso, en el caso de que así lo contemple la Constitución, al momento de iniciarse el mandato presidencial, como fue mi caso en el 2008, lo ideal es  que el pueblo decida en las urnas, y que el representante del Poder Ejecutivo pueda tener la oportunidad de reelegirse para un segundo período consecutivo.

Ese es el modelo norteamericano, que empezó como costumbre cuando luego de haber agotado dos períodos consecutivos de cuatro años, George Washington, el primer presidente, no sólo de los Estados Unidos, sino del mundo, pasó a retiro.

Esa práctica continuó con John Adams, Thomas Jefferson, James Madison, James Monroe y todos los ejecutivos norteamericanos, hasta Franklin Delano Roosevelt, que por el hecho de la Gran Depresión, en la década de los treinta, y la Segunda Guerra Mundial, fue electo cuatro veces para ocupar la Casa Blanca.

Fue después de Roosevelt, en la Enmienda No. 22 de la Constitución de los Estados Unidos, ratificada el 27 de febrero de 1951, que vino a instituirse, por vía constitucional, de sólo dos períodos presidenciales, y nada más.

Pero ni siquiera en nuestra propia región de América Latina y el Caribe, ese sistema norteamericano tiene carácter de validez universal. En México, por ejemplo, es un solo período de seis años, llamado sexenio. En Colombia, después del presidente Álvaro Uribe, dos períodos de cuatro años. Igual en Argentina. En Brasil, son dos períodos consecutivos, brincar el tercero, y poder volver.

En Chile y Uruguay es igual que aquí: un período sí y otro no. En Venezuela, es indefinido.

En resumen, lo que quiero hacer significar es que no existe un modelo único de agotamiento de períodos presidenciales, aceptado de igual manera por todos. Por tanto, no es válida la idea de que la reelección presidencial, por su propia naturaleza, es mala. No es así. Si hubiese tenido esa creencia, no  habría sido candidato a la reelección en  el 2008 para un segundo período consecutivo.

El debate, más bien, gira en torno a si es apropiado, si es correcto modificar la Constitución con el único propósito de hacer potable la reelección presidencial.

Por mi trayectoria personal, ya se sabe que no soy partidario de ese tipo de acción. Me inclinaría por el criterio de realizar esa modificación cuando recaiga en un momento que no beneficie al incumbente, esto es, al presidente de turno, para de esa manera no resquebrajar  la institucionalidad.

Más aún, considero que en casos de  trascendencia tal, como el de una modificación a la Carta Magna, que involucra el interés de la nación, la fórmula más adecuada y eficaz para salir hacia adelante, es mediante el diálogo, la construcción de consensos y la unificación de criterios, tanto dentro del propio Partido, como en toda la sociedad.

Así se hizo con la reforma constitucional del 2010, en la que las distintas organizaciones cívicas del país fueron invitadas a participar de una consulta popular, en la cual expresaron sus propuestas sobre cómo debía quedar organizado el Estado dominicano del siglo XXI.

En adición al mecanismo de las consultas populares, se creó una comisión de 15 juristas expertos en Derecho Constitucional, que contribuyeron con el diseño técnico jurídico final de las propuestas.

De esa manera, en comunicación constante con todas las fuerzas vivas de la nación, en forma abierta y democrática, se realizó la más profunda y progresista reforma constitucional en nuestro país, después de la histórica y emblemática del 1963.

En síntesis, aunque desde mi perspectiva no es lo más idóneo ni es lo más apropiado, tampoco es que una Constitución no pueda modificarse para hacer posible un segundo mandato presidencial consecutivo.

Desde el punto de vista jurídico, se puede. Lo que ocurre es que tiene que hacerse respetando el procedimiento consagrado en la propia Constitución.

En ese aspecto, me  preocupa que en el debate que ha surgido para modificar nuestra Carta Sustantiva, se quiera desconocer que la ley que convoca a la Asamblea Nacional Revisora  sea una ley orgánica, la cual, por consiguiente, requiere de la aprobación de las dos terceras partes de los presentes,  tanto del Senado como de la Cámara de Diputados.

Se comprende que si para someter dicho  proyecto de ley, se requiere que no sea un solo Senador o un solo Diputado, sino una tercera parte de los miembros del Senado, o una tercera parte de los miembros de la Cámara de Diputados,  es porque se trata de algo no ordinario, sino especial.

Luego, si conforme al artículo 271 de nuestra actual Constitución, para aprobar la reforma propuesta, la Asamblea Nacional Revisora, que es la reunión de ambas cámaras, Senado y Cámara de Diputados, requiere las dos terceras partes de los votos, ¿ por qué razón, entonces, se le quiere negar la  condición de orgánica a la ley que declara la necesidad de reformar la Constitución?

Eso, que parece un debate, más para abogados que para el resto de la ciudadanía, tiene, sin embargo, una trascendencia enorme para el futuro de nuestra democracia.

Porque lo que estamos discutiendo es si nuestra Constitución debe ser rígida o flexible. Si es rígida es difícil de modificar, que es lo que se desea para cualquier Constitución en el mundo. Si es flexible, entonces se hace susceptible de ser modificada por cualquier capricho, quebrantándose, de esa manera, el Estado de Derecho.

Pero, además, me preocupa que se tejan ardides y se elaboren argucias para eludir el hecho de que una reforma como la que se está planteando requiera de algún mecanismo de legitimación popular, como sería el caso, por ejemplo, de un referendo aprobatorio.

Para aspirar a reformar la actual Constitución de la República y hacer posible la reelección presidencial, se parte de la premisa del enorme respaldo que recibe el Presidente de la República, en las distintas mediciones o encuestas que se realizan.

Sobre esa base, se ha levantado la consigna que se lee en letreros, en distintas partes del país, de que el pueblo es el que manda.

Comparto esa opinión. El pueblo es el que manda; y si es así, dejemos que sea el pueblo el que efectivamente se exprese mediante la realización de un referendo aprobatorio, para que diga directamente si quiere o no la reforma constitucional, conforme al artículo 272 de nuestra Constitución.

Ese sería un ejemplo hermosísimo de democracia directa, como nunca antes se ha visto en la historia nacional. De esa manera, nuestro Partido de la Liberación Dominicana estaría a la altura de las grandes expectativas nacionales, se cubriría nuevamente de gloria, y dejaría escrito un nuevo capítulo ejemplarizador en las luchas de nuestro pueblo por la democracia y la libertad.

Yo mismo me sumaría con entusiasmo a esa gran jornada cívica. Recorrería el país nuevamente, junto a todo el que se sienta identificado conmigo, en favor de que el pueblo manifieste su voluntad en favor del cambio a la Constitución.

Se que lo que late en el corazón de todos los miembros de la alta dirección de nuestro Partido es que en estos momentos, por lo que refieren las encuestas, el compañero presidente Danilo Medina es quien se encuentra en mayores posibilidades de garantizar un nuevo triunfo morado en las urnas.

Si la Constitución permitiera la reelección presidencial, como ocurría en el 2008, todo sería muy fácil. Esta discusión no se habría suscitado. Todos estaríamos apoyando a nuestra mejor opción. Pero resulta que la Constitución no lo permite.

Aún así, no es mi propósito erigir obstáculos en las aspiraciones legítimas de triunfo que todos albergamos; y aunque por convicción y trayectoria, como he sostenido, no soy partidario de modificar la Constitución con el único propósito de hacer posible la reelección presidencial, me inclinaría reverentemente y con humildad ante lo que sería la voluntad del pueblo, expresada en un referendo.

Ya lo decía Abraham Lincoln, ese gigante de la lucha por la libertad, que salvó a su nación de la inminencia de una gran división, en medio de la Guerra de Secesión, para liberar a los esclavos, al afirmar: ¨La democracia es el régimen del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.¨

Nunca temamos al pueblo. Dejemos que el pueblo hable. Así lo manda nuestra Constitución.

En nuestro humilde criterio, el  proyecto de reforma que se ha depositado en el Senado de la República, no ofrece, por sí solo, suficientes garantías  ni seguridad jurídica en el sentido de que la reforma que se quiere hacer en la actualidad, no volverá a repetirse  en el futuro.

No es que se ponga en dudas  la palabra o las sanas  intenciones de los Senadores que han formulado la propuesta de reforma constitucional. Es que, sencillamente, el artículo transitorio que se aspira a consignar dejaría  tan vulnerable la posibilidad de reformar nuestra Constitución en el futuro, como en la actualidad interpretan algunos miembros de nuestra comunidad jurídica que puede hacerse, esto es,  sin aprobación de ley orgánica ni  realización de  referendo aprobatorio.

Eso, naturalmente, sería sumamente peligroso para el porvenir de nuestro pueblo. Sería nefasto. Sería catastrófico, ya que dejaría las posibilidades abiertas para que en la posteridad surja algún   aventurero que modifique de nuevo  la Constitución, pero esta vez para establecer la reelección indefinida, e  intentar  perpetuarse en el poder.

Así tendríamos el Trujillo del siglo XXI, que vendría a cercenar nuestras libertades, a mutilar nuestra dignidad y a truncar nuestro porvenir como pueblo.

Eso no lo podemos permitir. La historia condenaría a nuestra generación como irresponsable,  irreflexiva e insensata, pues advirtiendo el peligro y la amenaza que significaba para el futuro de nuestra democracia, de nuestra sociedad y de nuestras familias,  no tuvimos el valor de alzar nuestra voz  y actuar  en consecuencia.

Obviamente, lo hacemos con respeto; y lo que afirmo es que el proyecto de ley, actualmente en el Senado, que procura modificar la Constitución de la República es insuficiente, y por lo tanto, inaceptable, por el riesgo y la inseguridad que implica para la supervivencia de nuestras instituciones democráticas.

Aunque para muchos resulta más que claro en la actualidad, para no dar lugar a dudas en los años por venir, para que no haya ningún equívoco o falsa interpretación, debería contemplarse modificar el artículo  270 del texto constitucional, para que en lo sucesivo, en forma directa señale que la Ley de Convocatoria a la Asamblea Nacional Revisora debe ser aprobada, ni siquiera como una ley orgánica, sino como una ley especial,  con las tres cuartas partes de la matrícula de ambas cámaras.

De igual manera, debería someterse a modificación el artículo 271, para establecer que en lo sucesivo, si la reforma constitucional versa sobre el mandato de elección constitucional del Presidente de la República, la decisión deberá adoptarse también por la mayoría de las tres cuartas partes de los miembros de la Asamblea Revisora

Debería  también someterse al Congreso Nacional, para que rija en lo adelante, la ley que dispone la Consulta Popular, para que pueda modificarse la Constitución conforme al artículo 210 de la misma.

Finalmente, en lo atinente a la celebración del referendo aprobatorio, previsto en el artículo 272, la propuesta es que el número de electores se eleve del 30 al 60 por ciento de los inscritos en el registro electoral, para de esa manera hacerlo más participativo y democrático.

La idea es, vuelvo a repetirlo, que la Constitución sea rígida. Que no pueda ser cambiada o modificada tan fácilmente.  Que no dé lugar a interpretaciones aviesas o acomodaticias. Que la Constitución sea, de manera permanente, el pacto suscrito por los diversos sectores que componen la sociedad dominicana, para que prevalezca siempre la paz, el progreso y la convivencia civilizada.

Como puede apreciarse, lo que sugiero es simple. No  persigo cargo o puesto alguno. Sólo invoco que se respete la Constitución, para que un mal ejemplo de hoy no se convierta en la excusa o la justificación del mañana; y que todo lo construido hasta hoy, con el esfuerzo laborioso de todos los dominicanos y dominicanas, se destruya, por las ambiciones irrefrenables de poder que cada cierto tiempo surgen en el horizonte nacional.

Reconozco que como consecuencia de las discrepancias que se han suscitado en torno al proyecto de reforma constitucional que procura la reelección presidencial, ha surgido mucha intranquilidad y desasosiego en nuestro pueblo,  y mucha mortificación y aflicción en la familia peledeísta.

A pesar de nuestras diferencias, hago todo el esfuerzo para que nuestro Partido se mantenga fuerte, cohesionado y unido.  Por eso, incentivo  una línea de diálogo permanente para superar nuestros escollos.

Todo lo que he sido y soy políticamente se lo debo al profesor Juan Bosch y al Partido de la Liberación Dominicana. Amo profundamente a nuestro partido de la bandera morada y la estrella amarilla. Ahí me he formado. Ahí he luchado junto a mis compañeros y compañeras durante los últimos 42 años, en favor de la democracia, la libertad y la prosperidad de nuestro pueblo.

No escapa a mi conocimiento, por demás, que en estos momentos el Partido de la Liberación Dominicana es la única fuerza verdaderamente organizada que le queda a la democracia dominicana; y que un  descalabro nuestro sería una tragedia para la estabilidad democrática de nuestra nación.

Por tanto, puedo asegurar que por la sensatez que nos caracteriza, por nuestro  sentido de responsabilidad, por nuestra visión de la historia, por nuestro compromiso con el futuro y por  nuestra deuda imperecedera con nuestro maestro y guía, el profesor Juan Bosch, nuestro Partido de la Liberación Dominicana superará este trance; y saldrá más fuerte y vigoroso que antes, más unido y más compacto,  coronándose con nuevas victorias en beneficio del pueblo dominicano.

En cuanto a mí respecta, se que desde que culminó mi última gestión de gobierno, en el 2012, he estado en el ojo del huracán de intereses en conflicto y ambiciones desmedidas de poder, que han procurado hacer mi voz irrelevante en el escenario político nacional.

De manera sistemática, como tal vez nunca antes ocurriera con figura pública alguna en la vida del país, se ha intentado degradarme, deshonrarme y hacerme añicos.

No se ha logrado, ni se logrará, pues como dice la palabra, nadie que ha confiado en Dios ha quedado defraudado.  Por eso, cada día salgo protegido,  al hacer mío el salmo 23, diciéndome:

¨Jehová es mi pastor y nada me faltará…Me guiará por sendas de justicia y  aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.¨

En todo caso,  mi divisa es la de José Martí, el Apóstol de la Independencia de Cuba, en cuyas frases inmortales dijera:

¨Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado.

¨Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.¨

Muchas gracias.

Buenas noches.

Leonel Antonio Fernández Reina
Ex, ex, expresidente de la República Dominicana