Nuestra verdadera crisis
Los gobernantes asumen hace rato sus propias racionalidadesHace un par de meses que el Palacio Nacional se asustó con los informes que hablaban de una crisis alimentaría a nivel planetario. Como consecuencia, el sector agropecuario llegó, como tema, a la Casa de Gobierno y logró el milagro de que el ciudadano Presidente Fernández se movilizara verbalmente y hablara de la necesidad de prestar atención al campo y de diseñar políticas para apoyar a los labriegos y elevar la producción agraria.
El tema sirve para ilustrar la que considero es la principal crisis que afecta a los dominicanos. Es una crisis de racionalidad en función de nuestras verdaderas necesidades. Aquí se vive, desde hace años, una inversión de lo razonable en atención a nuestro contexto, a nuestras carencias y a nuestras urgencias. Hace rato que los gobernantes dominicanos asumen, en la dirección del país, sus propias racionalidades. Unas veces la referencia es un sueño originado en la niñez, otras veces es una mentalidad estancada en la ruralidad y ahora es, con tintes de modernidad, la búsqueda de un Nueva York chiquito o de un Mónaco del Caribe.
Mientras nuestros gobernantes se entretienen dedicando grandes sumas de dinero de los contribuyentes para aplicar sus racionalidades y cumplir sus sueños y pasiones, la sociedad dominicana se llena de gente cada vez menos educada, menos saludable, más pobre, más humillada y más obligada a vivir pendiente a salir del país en búsqueda de mejores posibilidades presentes y futuras de vida.
En un buen ejercicio de gobierno, en una democracia donde el ciudadano constituya la principal categoría política, quienes dirigen la nación tienen que estar atentos a las necesidades de la gente. Pero no para entenderlas y explicarlas, sino para buscar soluciones a través de políticas públicas que sean factibles y oportunas.
Todo ejercicio de gobierno es un ejercicio de razón. Pero ya sabemos que lo razonable es una construcción humana que puede encontrar tantas posibilidades o vías como se quiera. La dictadura, por ejemplo, es un hecho razonable y, como tal, explicable y defendible desde los postulados de la razón del dictador.
Pero cuando se quiere ser un buen gobernante en democracia, la razón más legítima para diseñar políticas públicas, para tomar decisiones y disponer de los fondos de los contribuyentes está constituida por las necesidades reales de la gente, de los gobernados. Es obvio que este no es el criterio que prima en la sociedad dominicana de nuestros días.
Los resultados de esta crisis de racionalidad en función de las necesidades de los ciudadanos están delante de nosotros. Es innecesario citarlas otra vez. Nos golpean y nos humillan.
Bienvenido Álvarez Vega
11 de Enero de 2009
http://hoy.com.do/opiniones/2009/1/11/262447/Nuestra-verdadera-crisis
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