Todo esto se lo debemos al expresidente Leonel Fernández (con la siempre eficiente ayuda de Miguel Vargas Maldonado)
Cada dominicano por encumbrado o paupérrimo que sea, políticos, militares, religiosos, empresarios, profesionales, pequeños comerciantes, ejecutivos privados, asalariados, empleados informales o desempleados; estamos a merced de las sentencias de los jueces de los tribunales ordinarios de justicia y de las altas cortes.Lo que han hecho la Suprema Corte de Justicia, Tribunal Constitucional, Tribunal Superior Electoral, Tribunal Superior Administrativo, el Ministerio Público y los fiscales de los tribunales de justicia de todo el país desde 2010, año en que se realizó la Reforma Constitucional es para ponerse a llorar.
Sin entrar en detalles, sin personalizar, Leonel Fernández, al igual que lo hizo con todos los otros sectores de la República Dominicana destruyó el aparataje legal de este país.
No existe el Estado de Derecho, no hay justicia ni seguridad jurídica.
Cualquier bravucón es Presidente de una de las altas cortes, cualquier jueza agradecida desestima por improcedente cualquier sometimiento a uno de los capos más conocidos del país. Narcotraficantes salen del país y otros viven en la más absoluta impunidad. Funcionarios corruptos, permanecen en sus cargos, otros vuelven de la oscuridad a administrar de nuevo empresas estatales, en una orgía sin fin de corrupción, ganterismo y degeneración.
Todo esto se lo debemos al expresidente Leonel Fernández (con la siempre eficiente ayuda de Miguel Vargas Maldonado), quien manda y ordena a diario en este país, se pavonea en los escenarios internacionales donde se vende como un erudito y héroe creador del Nueva York chiquito y se pasea por las calles y avenidas de esta nación libremente, sin dar cuenta en los tribunales de justicia de todas las imputaciones por la que debe responder como ciudadano que administró durante ocho años a diez millones de dominicanos haciendo lo que le dio las ganas, sin respetar las leyes, la Constitución ni el dinero del Estado.
Jeannelle Koss / Desde La República Dominicana
No hay comentarios:
Publicar un comentario