Miguel Vargas Maldonado.
Los políticos dominicanos tienen una extraña manera de reaccionar a sus contingencias negativas. Quizá se deba esta actitud a la autopercepción de intocabilidad que cultivan desde tiempos perdidos en la memoria personal y ciudadana.
Documentos en mano, dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano airean un préstamo multimillonario concedido de manera presuntamente irregular al presidente “institucional” de la organización, Miguel Vargas Maldonado, y acto seguido sus acólitos salen al ruedo en pose torera para clavar las banderillas del insulto a los denunciantes.
La gravedad de lo revelado no tiene banderías. Afecta la institucionalidad dominicana y pone en entredicho, una vez más, el manejo que la dirigencia política hace de los bienes públicos cuando le corresponde dirigir el país.
Sin responder al fondo de la denuncia, lo que su jefe hará “oportunamente”, hilvanan un rosario con opiniones ajenas para dar la impresión de otros también espuman la vesánica maldad de la publicación. Por voz de otros intentan enmascarar un hecho que lastima no al PRD, sino a la sociedad dominicana.
Dejemos de lado las razones y efectos políticos de la denuncia y, desde luego, la desvergonzada alegación de que ha sido hecha para “perjudicar” al PRD (¿encarnado por Miguel Vargas Maldonado?) y dañar los aprestos “unitarios” (¿cuáles?).
La gravedad de lo revelado no tiene banderías. Afecta la institucionalidad dominicana y pone en entredicho, una vez más, el manejo que la dirigencia política hace de los bienes públicos cuando le corresponde dirigir el país.
Si como sugieren los documentos publicados, el préstamo de 585 millones de pesos del Banco de Reservas a Miguel Vargas Maldonado se concedió en condiciones que violan la ley financiera y monetaria, importa menos si pagó favores políticos, lo que es ya bastante indecoroso.
Lo relevante en este asunto viene a ser la vulneración cómplice de normas de obligatorio cumplimiento porque los responsables estaban guarecidos en la impunidad que da el poder. Y lo es también que un presidente utilice la institucionalidad para trapear el piso de sus personales estrategias políticas y que funcionarios subalternos, en la ocasión Vicente Bengoa, se presten sin chistar a cumplir órdenes ilegales.
Si les sobra un adarme de seriedad política, disipar estas interrogantes debería ser preocupación de Miguel Vargas Maldonado y sus “creadores” de imagen. Uno y otros deben saber que nada lograrán intentando convertir en chismografía política lo que, de manera principal atañe al uso espurio del poder en perjuicio de la salud democrática.
Margarita Cordero
7dias.com.do
http://www.7dias.com.do/editorial/2014/01/15/i155737_miguel-vargas-maldonado-pais.html#.Uth6WdIW1ZA
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