En aquella inolvidable carta pública que circuló globalmente donde la exsecretaria de Estado (2005-2009) del gobierno del funesto George W. Bush, Condoleezza Rice, colocó en su justo lugar al fenecido presidente venezolano Hugo Chávez; la misma anotaba que en su país (USA) se llegaba a los altos niveles del gobierno por la formación intelectual de los ciudadanos.
Agregaba la señora Rice que en la patria que había nacido generalmente (hay excepciones) la gente intelectualmente sólida entraba al gobierno buscando reconocimientos y que no tienen necesidad de robar el dinero de los impuestos de los ciudadanos.
Se supone que un ministro es alguien que ha triunfado en las diferentes profesiones u oficios desempeñados durante una carrera de toda la vida, al cual el Presidente invita a servir a su país para que desde un ministerio, con su sapiencia, integridad y experiencia aporte al desarrollo de su patria.
En la última década la República Dominicana ha vivido una verdadera catástrofe en cuanto a la calidad de ministros (antes secretarios de Estado). Gentes sin ninguna experiencia de Estado, sin logros personales que exhibir y sin ninguna otra habilidad que no sea la de ser canchanchán del mandatario de turno, saquean, prostituyen y avergüenzan a las instituciones estatales.
En los últimos diez años hemos visto arrogantes y prepotentes miembros del gabinete negociar descaradamente desde el mismo Palacio Nacional con permisos de importaciones, otros, los representantes de su sector se quejaban frente al mandatario de ocasión por los sobornos que exigía para dar aprobaciones de la cartera que dirigía. Se llegó incluso desde algún despacho a organizar concursos de piropos y a otros a comprobársele públicamente que otorgaba los contratos de seguros de la dependencia que manejaba a sus familiares.
Son docenas los escándalos de corrupción, nepotismo, vandalismo e ineptitud que hemos vivido de parte de los titulares de los ministerios. La indolencia de los responsables de esta situación no es más que el desprecio que sienten por sus gobernados, por los que votan en las elecciones. El pueblo está hastiado de funcionarios corruptos, deficientes e irresponsables; solicitan a los superiores inmediatos que accionen en beneficio de los ciudadanos y la única respuesta es la apatía, el desdén y la burla.
Luis Del Monte / Desde La República Dominicana
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