El presente dominicano no podía ser peor. Secuestrado por una asociación de siglas, no bienhechoras, no existe quien vaticine buenos augurios. Los frecuentes escándalos se suceden escalando en gravedad, con el riesgo de caer por gravedad algo comparable a un artefacto que estallaría con imprevisibles consecuencias.
Fuera de los enfoques y de la propaganda politiquera con recursos del contribuyente, lo único que sintetiza la visión popular en tres palabras dice: “Esto se fuñó”.
La gente desligada de la influencia oficialista, o de la oposición sin remedio, mira con credibilidad cero que el incipiente “tsunami” propagandístico hace química con el universo politiquero copando el espacio público, mientras utiliza con desparpajo los canales mediáticos.
Entre otros, el caso de Leonel Fernández brota una imagen que se precipita por la gravedad de su gravedad. No es secreto que su lanzamiento tiene motivaciones secretas.
Leonel estuvo fortalecido porque su contrincante interno dirige un gobierno débil, “mijijo”, con una docena de ministros y altos funcionarios de la OTAN morada, embajadores, cónsules y una caterva de burócratas sin oficio pagados con dinero del erario. Falta poco para verlos en la campaña leonelista, simultáneo con mantener sus altos ingresos y funciones en el tren gubernamental.
Esa debilidad del gobierno, se ensambla con la debilidad expresada vía ministerio público, que incumple funciones elementales, incurriendo en infracciones graves, como desoír múltiples reclamos desde distintas latitudes para que cumpla con procedimientos de su obligación pública.
A este gobierno lo afecta el “Parkinson” en el pulso ante colegas de partido que tienen problemas con la justicia, muchos problemas. Es lo que se llama impunidad selectiva, sumada a la colectiva, provocadoras de una masiva antipatía en la población.
Es una impunidad disfrutada por funcionarios oficialistas que no se ven en el espejo de sus predecesores.
Al hecho de que Leonel se blindó nombrando a dedo decenas de jueces en el Poder Judicial, debe agregarse que la falta de voluntad política explica la existencia de vacas sagradas por encima de la Justicia.
Eso sucede porque este es un gobierno “mijijo”.
Raúl Pérez Peña (Bacho)
PANCARTA
Listín Diario
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