Vivir de deudas es una vieja práctica de los gobiernos que se había desterrado del país, pero que, convertida en virtud por los economistas, es el paño de lágrimas de los gobiernos para cubrir todas sus faltas.
Hay mil maneras de justificar un endeudamiento, hasta para evitar una “transferencia desigual de recursos hacia el exterior”, y aquí hemos utilizado el endeudamiento para todo: desde construir proyectos de desarrollo hasta los propósitos más inútiles.
La realidad es que adquirir deuda es también una cuestión moral. ¿Cómo justificar una deuda que se consume en esta generación y debe pagar la otra que no se beneficia de ella?
Lamentablemente, en nuestro país, en los últimos tiempos no se ha construido una sola obra de importancia con recursos generados por nuestra economía, porque todo se va en populismo y nóminas escandalosas, amén de que a consecuencia de esa irresponsable política, el servicio de la deuda se come la parte más gruesa de los ingresos. Que el Gobierno gaste menos, es la consigna.
Editorial Diario Libre
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