Difícil de digerir
Si agredo afectos.
Si luzco demasiado radical e intolerante.
Si me acerco a la necedad.
No es mi intención.
Pero no puedo callar.
Algo agrede mis sentimientos y convicciones profundas cultivadas durante toda una vida.
Me corroe el alma.
Me revuelve las tripas.
Leonel Fernández no solo encarnó y auspició el neoliberalismo, las privatizaciones, los TLC, las intervenciones del FMI y el Banco Mundial.
Además corrompió y se corrompió de la peor manera y en los más altos volúmenes de la historia reciente.
Apadrinó, protegió y usa como Alcancías a figuras conspicuas de su gobierno, embarradas de corrupción mayor: Félix Bautista, Díaz Rúa, Diandino Peña, L.M. Bonetti…
Creó una portentosa fundación, FUNGLODE, a base de tráfico de influencia y lavado de dinero sucio.
Forjó alianzas altamente rentables con carteles de la construcción como ODEBRECH, Grupo Estrella… y con corporaciones mineras como Falconbridge y Barrick Gold.
Causó enormes daños medio ambiente.
Le dio aliento a la criminalidad policial y a la violencia de género.
Asoció al Estado con el narco y el lavado en puesto de mandos claves.
Él mismo aceptó encuentros directos con capos como Quirino E. Paulino, Nelson Solano (El Zar de la Heroína en el Caribe), Arturo del Tiempo Márquez (preso en España). Se han publicado las fotos.
Convirtió al PLD del insigne Juan Bosch en una corporación político-económica fusionada al Estado y transformó el régimen vigente en una dictadura constitucional profundamente corrompida, con un “blidaje” perverso que temporalmente le garantiza impunidad.
Todo eso está nacional y mundialmente denunciado.
Todo esto es bien conocido y puede ser probado a partir de numerosas publicaciones en las que se sacaron a la superficie toda la podredumbre acumulada.
Leonel y sus pandillas deberían estar procesados y presos.
En la cárcel de LA VICTORIA, de Najayo, del 15 de Azua o del nuevo modelo penitenciario.
En cualquiera de ellas, no importa. Sí, presos y condenados.
Agrede cruelmente sentimientos colectivos ver al ex narco-presidente suelto y boyante de dinero paseando por el mundo, discurseando sus farsas en tribunas internacionales, cumpliendo tareas de UNASUR, abrazándose con gobernantes buenos y malos.
Duele verlos abrazado a los buenos.
Indigna verlo sonreír junto a los malos.
Mucho, demasiado.
Pero conturba más, hiere más profundamente y confunde en alto grado -no tengo que decir por qué- verlo en la Habana-Cuba, invitado a un evento dedicado a José Martí, docto y flamante en la tribuna, hablando de la pertinencia del “cambio del modelo productivo” en Nuestra América, elogiando hipócritamente a la revolución cubana.
Verlo orondo en las primeras planas de no pocos diarios y espacios radiales y televisivos.
¿Era necesaria su presencia allí, en Cuba?
¿Era prudente darle ese “premio” a ese truhan en su calculada búsqueda de impunidad internacional?
¿Era justo darle apoyos indirectos parecidos en Ecuador y Venezuela?
Alguien -incluso con más méritos que yo- podría decir que sí. Pero confieso con sinceridad y sin rencor, que para mí, hechos con esas características, son muy difíciles de digerir. Y pienso que no estar solo en el dolor mayor que produce, cuando algo de nuestro gran aprecio de por vida, agrede, aun indirectamente, puntos sensibles de nuestro inconmovible pensamiento transformador y golpea firmes, pero muy sensitivas, convicciones éticas.
Perdónenme, camaradas del alma.
Narciso Isa Conde
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