Cualquiera pensaría que lo realmente difícil es conseguir que una empresa reconozca que ha pagado sobornos (o comisiones, peajes...) Callan porque “delatar” les cierra las puertas a otros contratos. En el caso Odebrecht, que sigue liderando las noticias en el continente, la empresa ha confesado con nombres y apellidos quién y para quién cobraba el dinero que le facilitaba “llave en mano” los millonarios contratos.
Por eso cuesta creer que con acuerdos de pago ya consensuados aquí no sepamos todavía quién está disfrutando los 92 millones de dólares. Y si en los demás países la novela ya ha llegado al capítulo de las detenciones y las huidas... ¿por que aquí no, si la investigación llegó a todos desde la misma fuente, Estados Unidos?
El PLD se enfrenta a sí mismo, a falta de una oposición contundente. Ha protegido por tanto tiempo y con tanta vehemencia a sus “sospechosos habituales” que ahora es difícil desdecirse. Es su asignatura pendiente.
Punta Catalina se ha cruzado en medio del proceso, complicando la vida del gobierno. Dado todo lo confesado por Odebrecht, parece más pertinente demostrar que en este caso NO hubo malas prácticas que conseguir las pruebas de que sí las hubo.
Percepción y confianza. Dos palabras bastante complicadas. Desmontar un percepción requiere sustituirla por otra y eso lleva tiempo. La confianza perdida es aún más difícil de restaurar. El gobierno y su partido jugaron la carta de dejar pasar el ruido, como tantas otras veces. Midieron mal la profundidad del disgusto y el nivel de información que maneja el ciudadano.
Eso es algo raro. En temas de mercadeo de marca el PLD es fantástico.
Inés Aizpún
IAizpun[@]diariolibre.com
AM
Diario Libre
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