Los buenos, los malos y los feos.
En un artículo publicado el 17 de enero de 1964, el entonces exiliado político en los Estados Unidos, Joaquín Balaguer, analiza la escasez de divisas en el país, que atribuye a “una evasión de divisas casi de la misma magnitud de la que se registró en las peores etapas de la Era de Trujillo”.
El expresidente entonces carga contra “la casta privilegiada que nació en el país después de la desaparición de la dictadura” y que el pueblo llamaba “oligarquía”, para culminar su análisis con un implacable ataque a la camarilla de dirigentes políticos que se enriquece desde el poder.
Decía Balaguer en 1964: “Hay un tipo de oligarca que merece una mención separada. Es el del político arribista y deshonesto. De todos los que componen la minoría oligárquica de los explotadores del país, el más vil y despreciable es el que se ampara de su investidura oficial para enriquecerse a costa del Estado. Este es el privilegiado que sube más fácilmente. Es el que con mayor rapidez pasa de la indigencia a la prosperidad, de la estrechez al boato. Su bienestar no solo ofende por la inmoralidad de los medios empleados para adquirirlos, sino también por la falta de recato con que se exhibe ante los mismos con cuyas lágrimas ha sido criminalmente amasado. La oligarquía política es hoy la peor plaga del pueblo dominicano. A ella se deben los grandes males que hoy sufre el país: desde el alto costo de la vida hasta el mercado negro que se realiza en las propias puertas de los bancos oficiales.”
Si se sale a la calle a preguntar, la mayoría de las respuestas admitiría que la oligarquía política en todos los partidos “es la peor plaga del pueblo dominicano”.
Una verdadera revolución moral es impostergable.
Adriano Miguel Tejada
atejada[@]diariolibre.com
Diario Libre
Caricatura: Harold Priego / Diógenes y Boquechivo
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