¿Qué tan grande resulta para la Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia el caso Félix Bautista, que no ha podido ponerse de acuerdo en una decisión sobre si enviar o no a juicio de fondo al senador por San Juan de la Maguana?
En Guatemala la vicepresidenta Roxana Baldetti y el presidente Otto Pérez Molina fueron denunciados, investigados, procesados y obligados a renunciar. Hoy guardan prisión y ese país lo que hizo fue fortalecer su sistema de justicia y su democracia, y está siendo observando como uno de los ejemplos de transparencia en todo el mundo.
¿Cuál es el peso específico que tiene Félix Bautista para que la Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia no pueda ponerse de acuerdo? ¿Dónde reside el poder de Félix Bautista ante estos jueces, que en dos ocasiones han fallado en tomar una decisión?
La reunión de esta semana, con una jueza de una cámara penal de la Corte de Apelación como emergente, concluyó en postergar para el 21 de octubre la lectura de la sentencia sobre la petición del Ministerio Público, para que Félix Bautista y compartes sean enjuiciados por malversación de fondos, con unas pruebas aportadas que resultan abrumadoras.
Un Poder Judicial que se pliega o que deja ver sus temores, en un caso como este, podría resultar poco confiable y vergonzosamente cómplice. La Cámara pudo haber anunciado su decisión y haber dicho que las razones de su sentencia se darían a conocer el 21 de octubre, como es la costumbre en estos casos.
Sin embargo, la decisión se desconoce. Por tanto hay tiempo para revisar, cambiar de posición y hasta para la extorsión o el chantaje. En los países en donde existen tribunales constituido por ciudadanos, como Estados Unidos, los miembros de un jurado son completamente aislados cuando están en procura de una decisión. No tienen acceso ni siquiera a los medios de comunicación. Cuando la decisión es anunciada pueden retornar a la normalidad.
Se podría alegar que en este caso se trata de jueces profesionales, con una capacidad y una conciencia suficiente para adoptar decisiones fuertes, sin temor al qué dirán o a las consecuencias. También se podría alegar que el caso es muy importante, y por ello habrá que tomar con mucha cautela la decisión. Pero no es eso lo que se observa.
Miriam Germán Brito, como presidente de la Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia, pudo tomar la decisión definitoria sobre el proceso a Félix Bautista, en agosto pasado, y no lo hizo. Prefirió no dar ese paso, como ha sido habitual en las instancias judiciales. Ofreció la oportunidad para escoger una jueza que sustituya a Alejandro Moscoso Segarra, quien como juez de instrucción designado, ordenó el archivo del expediente contra Félix Bautista. Esa decisión fue impugnada por el Ministerio Público.
Las cosas que pueden pasar de aquí al 21 de octubre son impredecibles, y no precisamente tienen que ver con la fortaleza del expediente acusatorio, sino con los cabildeos y negociaciones políticas, económicas o de otra naturaleza, muy lejos del razonamiento jurídico sobre el caso. Más bien están dejando abierta una puerta que podría oscurecer más el cuadro en que se encuentra la transparencia de la justicia dominicana.
Editorial Acento
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