¡Por favor, qué nos lo expliquen!
La verdad es que a uno le cuesta entender mucho de esas cosas de la oferta y la demanda y tantas palabras raras que dicen los economistas y funcionarios de instituciones oficiales relacionadas con las finanzas, que manejan los términos técnicos como la indexación, el PIB, la RPC, el déficit y el superávit, y que aplican los modelos estadísticos, las fórmulas a base de integrales y matrices para tratar describir la macroeconomía, esa rama casi siempre optimista que nos dice que el país siempre está de maravilla, que crece sin parar, como si fuera una mata de guayaba abonada.
¡Y lo que les gusta presumir los políticos de sus cifras! Pues gracias a ellas, pueden decir en sus pomposos discursos que las cosas de sus gobiernos marchan viento en popa.
Este tema en particular nos lo tendrían que explicar mucho más claro y en términos prácticos, porque es difícil entender que si la macroeconomía del país marcha tan bien, si crecemos un tres, un cuatro o un cinco por ciento, año tras año, sin parar.
¿Por qué más de la mitad de nuestra población anda tan ¨descriscajada¨ por las calles de Dios?
¿Porqué tanto barrio marginado y tantos pueblos y campos abandonados?
¿Por qué nunca hay dinero suficiente para cosas tan básicas e importantes como la sanidad o la educación?
¿Por qué tanto paro y empleos con sueldos precarios?
¿Por qué un obrero gringo gana en una sola hora de trabajo lo que a uno dominicano le cuesta producir en una y hasta dos duras jornadas de dura labor?
¿Por qué el salario mínimo dominicano, congelado desde hace años, es uno de los que poseen menor poder de compra de América Latina?
Por favor, qué nos lo expliquen. Respecto a la rama que se denomina microeconomía, podríamos deducir de manera bastante lógica que si hay una macroeconomía vigorosa, su hermanita menor, la microeconomía, debería de gozar de buena salud y mejor cara.
Pero las experiencias de millones de conciudadanos parecen decir lo contrario. Los ¨ microeconomistas ¨ de a pie que somos los jefes y jefas de familia, sabemos lo difícil que es llegar a final de mes con sueldos tan magros, de los malabares que hay que hacer en la época de los colegios, de cómo sumamos y restamos mil veces para pagar las cuentas de la hipoteca o alquiler, la luz, el supermercado, el gas, el agua, los colegios, la gasolina y tantas otras facturas que nos crean un estrés para acabar en pastillas de hipertensión.
Por favor, qué nos lo expliquen. Otro asunto de la economía que no nos convence para nada son las declaraciones que algunos señores de arriba nos dan sobre la inflación o el aumento de la carestía de la vida. Dicen que están muy contentos porque no alcanzó los dos dígitos, (o sea, que es menor del 10%) y que la sitúan sobre un 5% anual.
Cabe preguntarse si esos señores hacen ellos mismos las compras en las tiendas, almacenes o supermercados, o si mandan a pagarlas a sus chóferes con sus tarjetas de crédito ilimitado, porque en la cruda realidad. los productos básicos de la canasta familiar la carne de pollo, el pan, el aceite, los vegetales, las frutas y tantas otros alimentos, en un solo año suben dos, tres, cuatro, cinco y hasta diez o más veces ese más que dudoso 5%.
Sabemos que la inflación se obtiene sacando promedios de los de precios productos diversos, pero nos preguntamos si entre éstos se consideran los peines sin púas para calvos, los bigotes artificiales para lampiños o las bacinillas que usaban nuestros abuelos.
Y no hablemos de servicios como los combustibles que semana tras semana suben como si nada un 2% de solo fuetazo, ¿y la bendita luz? ¡De qué 5% de inflación nos están hablando! Por favor ¡qué nos lo expliquen!
Sergio Forcadell
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