A una semana del enigmático vuelo
Lo que ha ocurrido con el vuelo MH370 de Malaysia Airlines no tiene antecedentes en la historia de la aviación comercial. A siete días de la desaparición del Boeing 777-200, las autoridades mundiales no tienen ni pista de dónde se encuentra esta aeronave. El destino de 239 seres humanos es incierto y todas las evidencias indican lo peor. La esperanza es lo último que debe perderse y sería nuestro deseo que hubiese un final feliz.
Existe una segunda tragedia en este caso, el drama de la familia de los desaparecidos. Anoche tuve la oportunidad de ver a un periodista de la cadena CNN (en idioma inglés) entrevistando en vivo desde su casa, a la esposa de un pasajero norteamericano que se encuentra entre los perdidos.
Eso había que verlo. Aquella señora desesperada, angustiada, altamente compungida derramaba lágrimas por la televisión mundial ante la incertidumbre de no tener ninguna noticia oficial del destino de su amado esposo, a quien describió como ejemplar, buen padre y un fajador y emprendedor en su trabajo, siempre preocupado y dedicado a su esposa e hijos.
Hablaba de las desinformaciones de los medios de comunicación que la aterraban, de la falta de comunicación de las embajadas de su país, de la falta de comunicación de la línea aérea y de cómo su corazón le saltaba del pecho cada vez que sonaba su móvil o el teléfono alámbrico de su hogar.
A esa señora la incluí de inmediato en mis oraciones de anoche y le pedí a Dios que le diera fuerzas para enfrentar la difícil situación de ella y de los familiares de los otros 238 desaparecidos. Solo quería contar esta experiencia para llevar un poco de conciencia de que lo del avión malasio desaparecido no es una tragedia, es una doble tragedia.
Luis Del Monte / Desde La República Dominicana
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