La familia, ¡ay! la familia..., ese grupo al que amamos, y nos irrita, base de la sociedad, y que está en transformación.
Familias tradicionales, nucleares, monoparentales, recompuestas, extendidas, heterosexuales, homosexuales. O ambos. Familias funcionales, disfuncionales, en transición, descompuestas, bien organizadas. Familias solidarias, tóxicas, productivas. Familias refugio, familias violentas. Familias que responden siempre, familias que se guardan rencores por tres generaciones. Familias que se querían hasta que llegó una herencia. Familias que cruzan continentes para verse. Familias Adams, familias Simpson.
Madres de crianza, hermanos de leche, tíos de cariño. Con hijos adoptivos, con hijos abandonados. Familias arruinadas, apellidos perdidos, "¿de dónde viene tu familia?". Familias honorables, familias Corleone. Familias interraciales, emprendedoras, artísticas, familias extrañas. Familias que se ignoran, que se adoran, que se reúnen, que se rehúyen. Familias sin las que es imposible vivir, familias que uno (de verdad) no merece tener. Familias con secretos, la "otra" familia. De foto todos-vestidos-igual. Familias por decisión, familias por soledad.
Familias que sólo tienen en común los problemas de la vida diaria. Familias que necesitan salud, trabajo, educación, transporte, seguridad, cultura, deporte, vivienda, seguridad social, seguridad jurídica. Para todo lo cual existe un Ministerio y multitud de oficinas, instituciones.
(Ministerio de la Familia... ¿en serio? ¿otro?)
Inés Aizpún
IAizpun@diariolibre.com
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http://www.diariolibre.com/opinion/2014/03/15/i526541_familia-familiaa.html
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