La retinitis es una enfermedad que provoca un estrechamiento concénmtrico del campo visual. Saca una parte del mundo inmediato de nuestras percepciones visuales y centra nuestra atención solo en un un ángulo estrecho.
Pero a lo que me refiero en este artículo no es a la enfermedad visual, sino a la retinitis ética que padecen nuestros políticos cuando sacan de sus miras todo un campo que les concierne y centran su atención en lo que se mueve en su reducido campo visual. Y que en particular parece ser una enfermedad política muy acusada en los políticos peledeístas.
Un caso, que toca los lindes de lo macabro, han sido las declaraciones de Leonel Fernández en algunas de sus deslucidas andanzas como pensador, en las que reclamó la necesidad de un nuevo modelo de desarrollo incluyente para República Dominicana. Es decir, que este señor ha estado 12 años en el poder, ocho de ellos consecutivos. Durante ellos concentró las riquezas a un ritmo impresionante, él mismo y sus acólitos se hicieron millonarios, con migajas sueltas y algunos cargos públicos compró las almas transables de intelectuales y políticos, dictó una constitución reaccionaria y derechista, empobreció todos los servicios sociales y convirtió al Estado en una parcela para sus correligionarios y amigos corruptos. Y ahora, tras dos años fuera de la silla de alfileres, se da cuenta de que hace falta un nuevo modelo y nuestra prensa cipaya –es decir, casi toda la prensa dominicana- recoge el asunto como si fuera una revelación divina.
En realidad lo que dijo el expresidente Fernández todo el mundo lo sabe, y en particular la mitad de la población dominicana que sucumbe a la pobreza y falta de expectativas. Leonel Fernández, no importa cuántos doctorados honoris causas se haya comprado con nuestro dinero, no es un revelador de ideas nuevas, sino un diletante repetidor de “frases cohetes”, un encantador de serpientes sosas. Y esto es relevante, porque es absolutamente probable que una figura de este talante vuelva a repetir como presidente, para continuar la orgía de corrupción, derechismo e insensibilidad social que ha caracterizado su gestión y que coloca a nuestro país en la peor parte del mundo.
Y luego, el presidente Danilo Medina hablando de la inexistencia de corrupción en su gobierno. Es decir, que en el gobierno de Medina se han mantenido las plantillas repletas de botellas, clientelismo y nepotismo, típicas de un estado ineficiente y cuyos costos pagamos con nuestros impuestos. El caso del INDRHI, dirigido por su leal camarada Olgo Fernández, y de la Cancillería y el servicio exterior, una turba de ineptos supernumerarios que cobran salarios por no hacer nada, son ejemplos entro otros muchos casos. Pero el presidente, afectado de retinitis política y moral, no ve nada, y se declara impoluto.
La retinitis óptica es una enfermedad lamentable, que afortunadamente retrocede ante los avances de la ciencia. La retinitis política de Leonel Fernández y Danilo Medina sigue en pie, y amenazándonos. Para curarla se necesita voluntad política, decisión de cambio y la capacidad para no seguir cediendo al chantaje de una clase política que ha hecho del cinismo la condición de su propio discurso.
Haroldo Dilla Alfonso
Solo una idea
7dias.com.do
http://www.7dias.com.do/opiniones/2014/08/25/i170899_retinitis-politica-peledeista.html#.U_z6z8V5O70
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