Hoy debería estar hablando del contrato dudoso que ganó en una oscura licitación la compañía brasileña Odebrecht para la construcción de dos plantas eléctricas a carbón consideradas en el mundo moderno de hoy como obsoletas. El presidente de Odebrecht se encuentra preso en su país acusado de sobornar funcionarios públicos para conseguir contratas y licitaciones y eso es grave y tiene implicaciones locales serias. Tal vez, debería hablar del peaje sombra de la autovía del Nordeste, la carretera que lleva a Samaná, la cual tiene un contrato amarrado a 30 años y que dentro de las cláusulas onerosas que contiene se incluye un peaje sombra que según los expertos llevaría el costo final de esa carretera a dos mil millones de dólares, el equivalente al fraude cometido por Baninter. Quizás, debí tocar el tema del gasto alegre que se está haciendo con los fondos del ministerio de Educación, tan escandaloso es el despilfarro en esa cartera del Estado que el ministro firma un cheque por 47 millones de pesos para la compra de unos terrenos a una persona que supuestamente no es la propietaria del inmueble.
Pero no, voy a hablar de una situación muy distinta, el caso sin precedentes del actual mandatario de la nación que en los tres años que lleva al frente a los destinos nacionales centra toda la atención pública y el presupuesto del Estado sobre su persona.
La prensa y los medios digitales muestran desde hace tres años, diariamente, cómo el Presidente dominicano usurpa las funciones del ministro de Agricultura, del ministro Administrativo, del ministro de la Presidencia, del ministro de Turismo, del ministro de Salud Pública, del ministro de Obras Públicas, del ministro de Educación, del ministro de Relaciones Exteriores y de cualquier otro ministro que sea necesario opacar.
Difícilmente los que estamos vivos podamos encontrar un gobierno en el pasado reciente que haya actuado de una manera similar, es un hito en la política nacional, algo que nunca se había hecho. Reflexionando seriamente ante esta anómala situación me pregunto si diez millones de dominicanos estamos dispuestos a reelegir a un Jefe de Gobierno por cuatro años más para que se mantenga esta aberración, esta prostituta manera de ejercer el poder.
Está para pensarlo bien, tenemos un Presidente que actúa unipersonalmente, un usurpador.
Juan Santos / Desde La República Dominicana
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