Cuando le debemos al prestamista, o al banco, sobre todo si es mucho, él comienza a ser nuestro dueño, pues debemos dedicar nuestro tiempo y esfuerzo en buscar dinero para pagarle, capital e intereses. Parte de nuestra energía vital se quedará en sus manos.
Perdemos libertad, no podemos decidir qué hacer con nuestras vidas, no podemos dejar de trabajar ni un día, incluso, es probable que tengamos que buscar dos trabajos. Si no nos alcanza deberemos vender nuestros bienes.
Lo mismo con los Estados cuando toman préstamos. Van perdiendo libertad, y dejando una parte importante de sus riquezas en manos de los acreedores. Si no llegan a tener con qué pagarles, tienen que darles bienes: carreteras, empresas estatales, tierras, recursos naturales, etc.
Mientras más se debe, más serviles los Gobiernos; más control tienen los de afuera en las políticas de adentro. Y como a los de afuera no les importa la felicidad de los pueblos sino su dinero, esto se traduce en sufrimiento.
El presidente solicita préstamos, el Congreso los aprueba, pero ellos no se comprometen, sino todos nosotros. Mientras nos tocará pagar por décadas, ellos disfrutarán de las fortunas que amasaron a costilla nuestra.
Ya debemos más del 50% del PIB, es decir, más de la mitad de toda la riqueza que genera el país, y aumentando.
Por ese camino nos están llevando nuestros actuales gobernantes. Pidiendo préstamos para cubrir el déficit de la corrupción, y luego más préstamos para pagar las cuotas de los prestamos anteriores. Y más y más préstamos para mantenerse en el poder, única garantía de su impunidad.
Nos tienen en una ilusión de desarrollo, cuando la verdad es que estamos hipotecando nuestra soberanía. Los gobernantes que hacen esto son peores que Pedro Santana y Buenaventura Báez. Son enemigos de la soberanía y la libertad. Son enemigos de nuestro escudo y nuestra bandera. No merecen ser dominicanos, mucho menos gobernarnos.
Claudio Caamaño Vélez
Z-101 Digital
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