El rey de los crustáceos
En nuestra isla tenemos bien claro lo que es camarón, gamba y langostino. Esa gamba que es un camarón enorme y que tiene casi su mismo sabor, y ese langostino que no es camarón ni tampoco langosta. Se conocen más de 400 especies de camarones y los científicos hablan de que podrían haber entre 1,500 a 4,000; entre las conocidas y no conocidas. De la misma manera existen camarones de mar, camarones de río y una modalidad que se ha implementado pocas décadas atrás; el camarón de criadero o estanque.
La primera vez que me tope con uno de estas cositas fue en el restaurante Mario's, donde un grupo de familiares y amigos nos convidamos para cenar en este lugar. Después de revisar su extenso menú me decidí por un sándwich de jamón y queso, a mi edad prácticamente no conocía nada del mundo exterior y mucho menos de comidas marinas. La persona que estaba sentada a mi izquierda, sin consultarme, colocó en mi plato un camarón gigante el cual permaneció allí hasta que terminé mi emparedado. Insistió tanto el donador que para evitar un disgusto entre ambos, aterrorizado, me lo llevé a la boca con planes de tragármelo sin masticarlo ni saborearlo, desde ese día y ese instante es mi comida preferida.
Esa preferencia no está sujeta a que sea lo mejor, está basada en una serie de condiciones como su accesibilidad, precio y diversidad de preparación. Así como para un brasileño y para un portugués el bacalao es su comida anhelada, así es para quien escribe el camarón.
El camarón de río es una opción a consumir si alguien nos los brinda, el de criadero o estanque no tiene ninguna oportunidad, entendemos como camarón aquel que es del mar, de eso hablamos, camarón de mar.
Como se trata de una comida de mucha demanda y de un precio que no es barato, es objeto de todo tipo de trucos para timar a los consumidores. La técnica más abusiva y usual es congelarlos con agua para duplicar su peso y obtener pingües beneficios, esta manera burda de robar es tan descarada que una libra de este crustáceo descongelada puede llegar a la mitad del peso que usted pagó. Todo esto es de conocimiento de las autoridades quienes se hacen de la vista gorda ante los supermercados y pescaderías que realizan estas amoralidades.
Pedir camarones en restaurantes y comedores es un albur, hay establecimientos que tienen el tupé de colocar tres piezas en un cóctel y 8 en un plato, facturándolos como si fuera oro de 18 kilates. Con el tiempo se ha convertido en un verdadero dispendio pedir un plato con camarones en cualquier lugar, inmediatamente uno ordena algo que contenga este ingrediente, para los dependientes, a usted se le enciende una luz intermitente en la frente con un letrero con la palabra idiota en color rojo bermellón.
Como todo tiene solución y visto el rosario de problemas que conlleva consumir estos príncipes del mar en nuestra patria, lo más aconsejable es comprar camarones frescos directamente de los pescadores. Para ello solo hay que ubicar los distintos puntos de la isla que se dedican a este honorable oficio y cuando usted visite esos lugares abastecerse de ellos, otra opción sería encargarlos a los que viven en esas latitudes cuando acudan al lugar donde usted vive.
Hay mil maneras diferentes de hacer camarones. Sancochados, fritos, horneados, guisados, al vapor, a la plancha, a la parrilla, salteados, empanizados, en arroces, asopados, ensaladas, pizzas, etc. Cada quien tiene sus gustos y preferencias, el camarón es rico como quiera. Siempre limpios, desvenados.
Últimamente me ha dado por comerlos a la parrilla con carbón vegetal, ensartados en pinchos de bambú y aderazados con un aliño de aceite virgen extra, ajo machacado, perejil y sal. Y cuando están sobre las llama, le exprimo limón en cantidades razonables.
Aunque confieso que mis preferidos han sido al vapor, con estas tres salsas mexicanas.
Los invitos a disfrutar cuando les sea posible de este exquisito manjar y trate de tener en su memoria a los camarones de Sánchez, de lo mejor de nuestra gastronomía local.
Marihal / Desde La República Dominicana
Fotos: W.W.W.
El camarón de río es una opción a consumir si alguien nos los brinda, el de criadero o estanque no tiene ninguna oportunidad, entendemos como camarón aquel que es del mar, de eso hablamos, camarón de mar.
Como se trata de una comida de mucha demanda y de un precio que no es barato, es objeto de todo tipo de trucos para timar a los consumidores. La técnica más abusiva y usual es congelarlos con agua para duplicar su peso y obtener pingües beneficios, esta manera burda de robar es tan descarada que una libra de este crustáceo descongelada puede llegar a la mitad del peso que usted pagó. Todo esto es de conocimiento de las autoridades quienes se hacen de la vista gorda ante los supermercados y pescaderías que realizan estas amoralidades.
Pedir camarones en restaurantes y comedores es un albur, hay establecimientos que tienen el tupé de colocar tres piezas en un cóctel y 8 en un plato, facturándolos como si fuera oro de 18 kilates. Con el tiempo se ha convertido en un verdadero dispendio pedir un plato con camarones en cualquier lugar, inmediatamente uno ordena algo que contenga este ingrediente, para los dependientes, a usted se le enciende una luz intermitente en la frente con un letrero con la palabra idiota en color rojo bermellón.
Hay mil maneras diferentes de hacer camarones. Sancochados, fritos, horneados, guisados, al vapor, a la plancha, a la parrilla, salteados, empanizados, en arroces, asopados, ensaladas, pizzas, etc. Cada quien tiene sus gustos y preferencias, el camarón es rico como quiera. Siempre limpios, desvenados.
Últimamente me ha dado por comerlos a la parrilla con carbón vegetal, ensartados en pinchos de bambú y aderazados con un aliño de aceite virgen extra, ajo machacado, perejil y sal. Y cuando están sobre las llama, le exprimo limón en cantidades razonables.
Aunque confieso que mis preferidos han sido al vapor, con estas tres salsas mexicanas.
Los invitos a disfrutar cuando les sea posible de este exquisito manjar y trate de tener en su memoria a los camarones de Sánchez, de lo mejor de nuestra gastronomía local.
Marihal / Desde La República Dominicana
Fotos: W.W.W.
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