Rúbrica de la soberbia
Durante las dos últimas administraciones del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ese grupo político ha sido la más evidente muestra de la soberbia, con un secretario general, miembro del Comité Político y presidente del Senado como su mejor exponente. El control del Ejecutivo, del Congreso, las Altas Cortes, la Cámara de Cuentas, los gremios profesionales, forma parte del componente síquico de esa soberbia, que les tiende a “los muchachos de La Vanguardia” una alfombra roja para entrar al gran salón del uso y a abuso de los recursos del Estado y del Poder.
Desde la tarde de este viernes, 19 de octubre, retumban en nuestras mentes las palabras del Presidente Danilo Medina en la toma de posesión, hace escasamente 64 días sin las 500 noches de Sabina. El que por años fue el estratega del PLD y hoy nos honra en la Presidencia, expuso ante la Asamblea Nacional y una gran delegación internacional, que no tenía mayor compromiso que defender su Patria: “Hoy, cambio mi alma de individuo por el alma colectiva de mi pueblo; hago de mi cuerpo una extensión del cuerpo de la República y siento en mi sangre su energía vibrante, indivisible e indestructible”, fueron sus primeras palabras aquella mañana primorosa.
La extensión del cuerpo de Danilo Medina le ha solicitado que no ejecute una reforma tributaria, un paquetazo fiscal con forma de enema, sino que sea el impulsor de lo que allí prometió, un pacto fiscal. Pero al Gobierno le ha faltado la humildad, el temor a Dios que en aquella mañana mostró Danilo Medina, y más que temor a Dios, el temor a la historia que debe primar en un político.
Se ha roto el diálogo entre el Consejo Económico y Social (CES). Durante estas semanas de discusiones, de risas tristes por las tripitas, orejitas y hociquitos, al Gobierno le fueron hechas–al menos- cuatro propuestas que rechazó, incluida una del ‘PRD institucional’, porque todas iban dirigidas a reducir el gasto público excesivo que ha caracterizado a las administraciones moradas. Este era el momento para que Danilo Medina demostrara su interés por el pueblo dominicano y honrara su promesa de gobierno de unidad nacional que hizo aquella mañana de mediados de agosto, pero el absceso volvió a brotar pus, ¡perdón!: Soberbia.
El Gobierno ha dicho que implementará la reforma fiscal en su versión original, menos las tripitas y los entresijos, que hoy han subido a la categoría de error tipográfico.
Sigamos recordando al Danilo del 16 de agosto -y congelemos en nuestra mente como si fuera una de las emblemáticas fotos del Jefe que adornaron la casa de algunos de nuestros abuelos-, ese día en que se inclinó ante Dios a pedirle que lo mantuviera en el camino de la justicia, la humildad y el equilibrio.
Allí pidió a su Dios que no lo dejara “llevar por la soberbia, el odio, la frialdad, la insensibilidad, la vanidad, la arrogancia y la prepotencia… No voy a negociar con la mediocridad, no voy a negociar con los deshonestos, no voy a negociar con el desgano… (seré) implacable con los deshonestos, los oportunistas, y los soberbios”, y por eso rodó la cabeza del Cordero inmolado de Haivanjoe Ng Cortiñas, para poder justificar la soberbia de una reforma injusta y que someterá más en la pobreza a los ya pobres de solemnidad.
“La experiencia contemporánea muestra que los países cuya economía ha crecido de forma más rápida, justa y equilibrada, fueron aquellos que probaron que la mejor política de desarrollo es el combate frontal contra la pobreza, ampliando, fortaleciendo y defendiendo el nivel de vida de las clases medias”.
Prometió luchar contra la pobreza y la desigualdad, cuando todavía no había memorizado el cuento de Los Gallegos.
Prometió un Pacto Social, no fiscal, y ese Pacto Social estaría integrado por el pacto fiscal, el pacto por la educación y el pacto del sector eléctrico. Pero es verdad, nunca habló de reducir el gasto: "Pactaremos con la sociedad, una reforma fiscal integral, que asegure elevar la calidad del gasto y, a la vez, garantice la disponibilidad de recursos, para impulsar las tareas del desarrollo", porque el gasto excesivo, que sólo en 2012 fue de 22 mil millones de pesos, es el que le garantiza la eternización del PLD en el Poder -es la llave para que Danilo Medina pueda o impulsar una reforma constitucional que le permita la reelección consecutiva o esperar al 2020, a que uno de sus camaradas abandone la silla, porque es un partido corrompido y corruptor- y no el motor impulsor de las 'transformaciones necesarias' (palabra de candidato presidencial, pero contextualizada desde la ciudadanía) que requiere la nación dominicana.
Sin las manos llenas de dineros públicos, el PLD y Danilo Medina no son nada en este país consumido por la pobreza y las frustraciones sociales, políticas y económicas.
Sin embargo, también con las manos llenas de recursos -como hasta ahora lo ha hecho y con una reforma tributaria- podrá enfrentar a las clases populares no vendidas, a lo que queda del movimiento sindical y gremial, a los comunicadores sin precio, tendrá que enfrentar a las madres dispuestas a todo por darle de comer a sus hijos, hasta a lanzarse a las calles. El PLD tiene vasta experiencia en sofocar movimientos de protestas, reivindicativos, desarrollistas, progresistas; sabe como “pagar para no matar”, y para eso también necesita una reforma fiscal como esta, que aumenta el ITEBIS y amplía su base. Una reforma que arrasa a lo largo y a lo ancho.
Y como aquel discurso fue tan largo y tan lleno de palabrerías decimonónicas como corazón, pueblo, Dios, amor, humildad –todas dirigidas a engañar al ciudadano y ciudadana dominicanos-, sólo queremos recordarle al Presidente la frase bíblica (Mateo 7:15-20) que aquella mañana parafraseó:
“Por sus frutos los conoceréis”.
Patricia Báez Martínez
La autora es periodista y maestrante en Ciencias Políticas
Alto y claro
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