Como siempre: el presidente Medina se escabulle y se esconde

            Martin Niemöller.

Cuando los nazis
“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

Invito a nuestros grandes líderes políticos, que tanto hablan sobre temas intrascendentes, tanto en el país como en foros internacionales, a releer esta cita del pastor luterano alemán Martin Niemöller, atribuida a menudo a Bertold Brecht.

Lo menos que se podía esperar en el siglo XXI, en un país que se vanagloria de formar parte de un orden global, es el rechazo unánime de nuestra dirigencia política, de la sociedad y de nuestra jerarquía católica (que se coloca de nuevo del malo lado de la barrera) frente a una decisión degradante e inconstitucional, emitida por el Tribunal Constitucional. Aterra que un joven organismo encargado de velar por el respeto de la Constitución y del cual también hubiéramos podido prescindir como lo habíamos hecho hasta su creación,  sea el portavoz de tan aberrante decisión, que viola sus propios mandatos.

¿Dónde están los que conducen el destino de nuestra nación?  Nos hacen cruelmente  falta guías sensatos y gente con pantalones. Se han pronunciado contra la vergonzosa sentencia los mismos don quijotes de siempre, las organizaciones defensoras de los derechos humanos, ONGs, los jesuitas, los periodistas con coraje, escasos dirigentes políticos y los organismos internacionales. En pocas palabras, solo las “fuerzas del mal” han tomado posición. A los “buenos”: los patriotas nacionalistas y la retaguardia trujillista enquistada en el gobierno, no les importan los organismos internacionales y los tratados firmados por el Estado dominicano cuando de migración y de derechos humanos se trata, solo les convienen los acuerdos cuando de cooperación económica se habla.

El tema migratorio es un tema que permite todas las amalgamas y se presta a todas las confusiones. ¡Qué extraño ejemplo se pudo leer en la prensa de ayer cuando, para afirmar que no hay racismo en este país, el señor Servio Tulio Castaños afirmó que tuvo tres novias negras “que fueron aceptadas en un entorno blanco”.  No estamos hablando de haitianos y de personas negras, sino de derechos negados a generaciones de seres humanos y del principio fundamental de la no retroactividad de las leyes. En realidad, la decisión del Tribunal Constitucional es una burla a nuestra inteligencia y a la sensatez.

Como es un tema que arde, un tema tabú que “quema” y puede quitar votos, el presidente Medina se escabulle y se esconde detrás de una separación de poderes que, entiende él, ahora le conviene. Tampoco se escucha la voz vibrante del ex presidente de la República que propició el reconocimiento de la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de parte de la República Dominicana.

Me da vergüenza que se usen el patriotismo y el nacionalismo para imponer una visión retrógrada, manipular la ley migratoria y los derechos humanos y crear más confusión en una población ajena a las enormes implicaciones del tema en discusión.

Mientras  tanto la corrupción, el clientelismo y la impunidad están corroyendo nuestra sociedad frenando nuestro avance en la dirección de crear una verdadera sociedad de derechos que nos permita hacernos respetar en el ámbito internacional como un país defensor de la dignidad humana.

Elisabeth de Puig
puigeli@gmail.com
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