El dinero de la corrupción es como la materia: ni se crea ni se destruye sólo se transforma. No, ni siquiera eso; se traslada. Pasa de nuestro bolsillo a su bolsillo a veces con disimulo, pero normalmente con vulgar exhibicionismo.
Esta semana aprendemos cómo el dinero, pasando por el Senado, se multiplica ignorando las reglas de la economía elemental. Puede ser en forma de soborno pro Tucanos o de acumulación de fortuna más propia de un holding empresarial que de un político que hizo una modesta declaración de bienes en el inicio de su carrera.
Segunda lección de la semana: la declaración de bienes de legisladores y funcionarios es una perfecta bobada. De hecho, hay algunos que no pueden explicar su dinero ni siquiera a la llegada a su puesto y nadie averigua más.
Ese dinero que multiplican hasta ser embargados como pesadas fortunas no ha salido de la nada, no se ha "creado". Ha salido de nuestros bolsillos. El manejo del dinero público facilita estas fortunas que directamente empobrecen a toda la sociedad. Porque el problema de la corrupción no es tanto que haga ricos a unos pocos delincuentes. Es que hace pobres a miles y miles de ciudadanos honrados.
Sobornos por los Tucanos, el embargo a Félix Bautista... Dos mazazos que no han sorprendido a nadie. Cuando se sepa todo, sea cual sea el final de las dos historias, ambos casos repercutirán en el escenario electoral de 2016 porque los corruptos actúan en grupos organizados, nunca son lobos solitarios.
Inés Aizpún
IAizpun@diariolibre.com
Diario Libre.com
http://www.diariolibre.com/opinion/2014/10/02/i817881_semana.html
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