Los reeleccionistas están montando una celada contra los electores para mantener el control del Estado más allá del 2016, y para ello han ido creando la sensación de que la única alternativa es respaldar “lo menos malo” del oficialismo, es decir, rechazar a Leonel Fernández y decidirse por Danilo Medina.
La estrategia es mantener al PLD gobernando durante décadas, o como afirmara el presidente de esa corporación, hasta el año 2044, empleando sin límites todos los recursos del poder contra sus adversarios.
Pese a su desgaste político, el peledeismo pretende continuar en el Gobierno, para terminar de cerrar los pocos espacios democráticos que aún quedan en el país y consolidar su dictadura institucional.
El propósito del PLD es impedir su reemplazo y la caída de su imperio, tal como lo hizo el PRI en México, que se mantuvo por 71 años ininterrumpidos robando y matando desde un poder absoluto y espurio.
Uno de los pasos tácticos ha sido engullirse al PRSC y al PRD, pulverizando así su competencia partidocrática y sumándola a su clientela satélite de grupúsculos altisonantes de la extrema derecha y la pseudo-izquierda.
El PLD pretende eternizarse en el poder, apoyándose también en la debilidad de la oposición, que está a la merced de la JCE y de las altas cortes, así como de otras instancias del Estado bajo el control oficial.
Para cambiar la correlación de fuerzas entre el Gobierno y la oposición hay que desmantelar, mediante una lucha tenaz, la JCE y esas altas cortes, conformadas por el PLD con sus militantes y dirigentes.
De modo, que la oposición está frente a una encrucijada: Une sus fuerzas y lucha sin descanso para desplazar al PLD o se mantiene dividida, para que esa corporación siga en el poder “per sécula seculorum”.
Anulfo Mateo Pérez
CATALEJO
El Nacional
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