Quien sale a la calle, entra a los “malls”, pasea por restaurantes y “drinks”, se lleva la impresión de que somos una sociedad con altos niveles de empleos y rentabilidad salarial, sustentadores de estándares de vida solo vistos en lugares como Miami o New York. Proporcionalmente, el mismo panorama se encuentra en barrios de niveles medio-bajos, donde colmados y colmadones están atiborrados de personas tomando whiskies y cantidades enormes de cervezas. Crece el mercado de la carne joven y bella, aunque ya no existan los centros de prostitución: todo se maneja por catálogo, vía SMS y Whatsapp, con servicio a domicilio.
Pregunte a alguno de esos felices ciudadanos, si sabe que las exportaciones, aparte del oro de la Barrick, han decrecido en los últimos dos años, lo cual representa peligro para nuestra economía. Pregúntele si sabe que, para este año, tendremos un déficit de $73,000 millones, los cuales solo tienen un recurso para ser cubiertos: coger más préstamos, ya sea a la banca o vía Bonos Soberanos. Pregúntele si sabe que este año el Banco Central debe buscar $175,000 millones para cubrir capitales que se amortizan. Si le preocuparía saber que los Fondos de Pensiones abandonaron la banca comercial, para ser absorbidos por el Banco Central como su principal comprador de títulos, a nivel de $152,000 millones. Pregúntele si sabe cómo el Banco Central, para poder redimir esa inversión en el momento en que le sea requerida, tendría que tirarle el muerto al Gobierno para que lo incluya en el presupuesto nacional, lo cual sería absolutamente imposible.
Esos datos, ni otros no menos dramáticos, como preguntarse hasta dónde llegará nuestra capacidad de endeudamiento para seguir tapando déficits, preocupan a pocos, porque aquí vivimos el día a día; bebiéndonos el romo de hoy, aunque no tengamos para comer mañana. Esa actitud nos define ante los extranjeros como “un pueblo increíblemente feliz”. Y, como no hay seres más felices que ignorantes y dementes... ¡vamo’ arriba y no te apures!
Freddy Ortiz
DE VARIADOS TEMAS
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