Como en cada campaña electoral, vuelve a surgir el tema de la campaña “sucia”, normalmente atribuida a la oposición, porque se supone que al Gobierno le basta con gastar y no tiene que “ensuciar” a nadie.
En verdad, si los políticos, todos tuvieran un compromiso serio con la democracia, no fueran corruptos y harían el trabajo para el que fueron elegidos, lo cual no es casi siempre el caso.
¿Decir que no han hecho nada o que han cambiado de status económico desde que están en el poder como se puede apreciar fácilmente, es campaña “sucia”? No. Podrá ser campaña negativa, pero el elector tiene derecho a saber cuáles son las condiciones del candidato por el que puede votar.
¿Hace más daño la campaña “sucia” que la campaña demagógica y corrupta que compra votos, periodistas y a todo el que se quiera vender? No lo parece, porque aquí casi hemos hipotecado el país con tal de ganar unas elecciones.
El problema no es de campaña “sucia”, sino de mostrar con hechos que se es honesto y eficiente.
Editorial Diario Libre
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