No hay ninguna duda de que las dificultades acorralan al gobierno de Danilo Medina, sobre todo ahora al término de su período constitucional, situación que está tratando de sortear con un fallido intento de reconstruir su imagen, que le cuesta al erario sumas millonarias y sufrimientos a los más carenciados.
En la agenda “oculta” reeleccionista está esparcir una gran cortina de humo que cubra la desastrosa gestión oficial, dar la sensación de bienestar colectivo, futuro promisorio y continuismo peledeista.
Se suma una multimillonaria campaña de propaganda, movilización de su militancia y captación de votantes a favor del candidato Medina, en desmedro de las desvencijadas arcas del Estado dominicano.
El poder mediático es usado para publicar encuestas maquilladas, dirigidas a dar la percepción de que el candidato reeleccionista está en la cima de la simpatía popular.
En adición, el gobierno somete al más absoluto silencio todo tema que le sea desfavorable, como el de la corrupción; aplica censura a sus adversarios y crea en éstos dudas, temores, desilusión y transfuguismo.
Mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones, el gobierno ha logrado apartar de los medios, el tema “Joāo Santana y corrupción”, escándalo de la OISOE y desorden institucional.
Su poder mediático se manifiesta a través de una extensa red de “bocinas” repetidoras en los medios de comunicación, dirigidas a justificar la reelección, confundir a los más frágiles y apabullar a sus opositores.
Pero además, el danilismo otorga dádivas y privilegios por doquier, haciendo gala de una nociva práctica de clientelismo, dirigido a subyugar a las mayorías, víctimas de su pésima gestión gubernamental.
Anulfo Mateo Pérez
Catalejo
El Nacional
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