Son múltiples las ocasiones en las que he afirmado que para entender el proceso social dominicano hay que aprender a leer prácticas y no discursos. Ningún lazo está dado de antemano en la comunidad que habitamos, porque cualquier esperanza que pueda suscitar las engalanadas palabras de un político, inmediatamente encuentra su desmentido en la práctica. La palabra se ha prostituido a tal nivel entre nosotros, que el dominicano tiene una impotencia completa para cualquier apertura sobre el mundo real.
Y quiero ejemplificarlo con el mejor exponente de esa dualidad práctica/discurso que ha producido la República Dominicana: Leonel Fernández Reina. Su última intervención sobre los partidos es una verdadera pieza oratoria de simulación, porque teje el contraste inevitable de lo que dijo con una práctica estruendosa que lo niega. Veamos: Discurso: “Los partidos políticos en el país han perdido su norte, ya que cada quien busca provecho propio”. Práctica: Convirtió el Estado en una piñata, en la cual un sinnúmero de ventorrillos políticos tienen un pedazo que administran a su antojo. Desmembró un costado de la partidocracia, convirtiendo al Partido Reformista en un conglomerado goloso de usufructuarios del erario, e impuso la “legitimidad” de Miguel Vargas en el PRD, que es algo así como una “leche batida” de liderazgo, más cercano del comercio vulgar que de la política.
Discurso: “La gente suele participar en la política no ya como servir a los demás como un influyente servicio público, sino, la política como una especie de trampolín de movilidad social ascendente individual, por tanto los principios se han perdido”. Práctica: Cualquiera que lea este párrafo se preguntará indignado si no es una descripción exacta de lo que él hizo con el usufructo del poder, llegando incluso a transformar la naturaleza política del PLD en una verdadera corporación económica. Y si agregáramos las siguientes líneas de su Discurso: “Estas acciones desvían por completo el accionar político lo que lleva al desprestigio y al descrédito porque esto es lo que conduce a los políticos a la corrupción”; comprenderíamos íntegramente los resultados de su Práctica: Corrupción generalizada en sus gobiernos, acumulación originaria de capital, creación de un grupo económico sustentado en la exacción del Estado, estímulo al culto a la personalidad y a la egolatría, pérdida absoluta de los principios éticos que dieron origen al PLD, etc.
Oír hablar a Leonel Fernández y pensar en la realidad suele ser una experiencia frustratoria. Uno recupera el mundo real en su conciencia, como algo derivado de la experiencia sensorial y analítica, y hasta puede nombrar la realidad con el lazo proposicional del verbo e instalarse en ella; pero lo que no puede hacerse impunemente es erigir un discurso que es plenamente la negación de su práctica. Entonces se es un mentiroso a secas, un simulador. Hay un libro de difícil lectura de ese gran pensador francés que fue Michel Foucault, y él dice que “(…) La historia es el modo de ser de todo lo que nos es dado en la experiencia”. Y si es así, leyendo su práctica, uno no entiende cómo es que Leonel Fernández pueda llevar a su boca todavía palabras como “servir a los demás”, “principios”, “movilidad social”, “desprestigio”, “corrupción”, etc.; porque lo que “nos es dado en la experiencia” es que él tipifica y encarna en su Práctica, todo lo que describe como negativo en su Discurso.
En la República Dominicana hay que luchar para que los políticos marrulleros no nos roben nuestra noción de la realidad, que hemos comprobado con los sentidos, padecidos y pagados con sacrificios inenarrables. Este hombre pide a su propio partido, Discurso: “volver a sus raíces”, cuando fue él mismo, Práctica: quien lo desarraigó. Su verbo encendido pregona, Discurso: “Si un partido político no educa a sus miembros”, cuando lo que se desplegó como Práctica: fue la concepción patrimonial del Estado, la legitimación de la corrupción como algo genético del dominicano. Y finalmente, que en la peroración emotiva de sí mismo diga que, Discurso: “el actual sistema de partido ha perdido su norte”, cuando, Práctica: él mismo fue quien encalló esa barca.
Para Leonel Fernández la verdad es puro resplandor de charlatanes de feria, si en un mismo discurso extendido hasta el infinito se ha borrado todo vestigio ético, toda solidaridad verdadera. Un político de su estirpe lo instrumentaliza todo, y es por eso mejor leer su práctica y no creer en sus discursos.
Andrés Luciano Mateo
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