LAS LECTURAS.- El Gobierno tiene que leer La Marcha del pasado domingo, y hacerlo con suficiente inteligencia emocional, de manera que no se altere ni pierda el justo equilibrio de las cosas. Si se dejó sorprender por el caso Odebrecht, suya la culpa, pues nadie mantiene viva y en su casa a una boa de las características de la empresa brasileña. Tiempo hubo para zafarse o cuidar la forma, pues no había que ser muy agudo ni lúcido en exceso para advertir, ya avanzada la investigación, la presencia de un designio superior. El problema nunca fue Brasil, que todavía se niega a entregar información, sino Estados Unidos, el catalizador, y que siempre cobra. O a la entrada o a la salida. Al Gobierno no le queda otra que montarse en la ola de la protesta del domingo, y no con palabras, sino con gestos. Con acciones que pueden tomarse sin afectar “el debido proceso de ley”. La Comisión de Notables fue una buena iniciativa, pero no suficiente, pues sus diligencias tienen un destinatario élite. Los que perdieron el negocio. La calle solo se conforma con un solo procedimiento: el de cortar cabezas...
Orlando Gil
La contramarcha
Orlando dice...
Listín Diario
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