Los datos que publican el Gobierno y el Banco Central que presentan una realidad que envidiaría Alicia la del país de las maravillas, quedan desmentidos con el deseo de una gran mayoría de los jóvenes de clase media que dice querer emigrar en busca de mejores horizontes.
La frase es manida, pero sigue siendo verdad de a puño que este es un país riquísimo pobremente administrado.
Los políticos, que sólo piensan en las próximas elecciones, entienden como indispensable ensanchar el asistencialismo, haciendo al pueblo cada día más esclavo del “dao” y perpetuando las raíces de la pobreza estructural en nuestro país.
Se nos habla del éxito de la escuela, lo cual está muy bien, aunque los números no pinten un cuadro tan halagüeño, pero cuál es el porvenir de esos jóvenes que se gradúan de nuestras escuelas y universidades. Son, como dijo alguien antes, “birretes y togas sin destino”.
El Gobierno insiste en que la presión tributaria es baja, ignorando adrede que la presión para los que pagan impuestos o manejan un negocio es insufrible. Aquí, los que pagan impuestos cotizan el equivalente a un ciudadano de país desarrollado y no reciben siquiera la mitad de los beneficios de que disfruta un sueco o un finlandés.
Gracias a la migración, legal o ilegal de dominicanos hacia todo el mundo, se ha logrado evitar una explosión social que se lleve de encuentro a la clase política y a este sistema carente de ideas y de sensibilidad. Imaginen al millón de dominicanos que trabaja fuera buscando empleo en este país...
Que no nos sigan adormeciendo con cifras que más bien insultan la inteligencia y el corazón de los dominicanos.
Adriano Miguel Tejada
atejada[@]diariolibre.com
A.M.
Diario Libre
Imagen: elCaribe
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