Es evidente que el PLD como partido político ha perdido el norte.
Porque oponerse, como se opone el PLD, a que en la Ley de Partidos se exija a las organizaciones políticas identificar el origen de los dineros que reciben; y oponerse a que se prohíba el uso de los recursos del Estado para provecho de cualquier partido, así como excluir de dicha ley los acápites que se refieren a la igualdad de oportunidades a la mujer, desmiente su pretendida condición de organización política democrática que abreva en el legado ético liberal de Juan Bosch.
Ni siquiera ha tomado en consideración el impacto estremecedor que han tenido en la sociedad dominicana las recientes denuncias sobre un supuesto financiamiento masivo del narcotráfico al PLD.
El mejor desmentido a esas acusaciones hubiera sido un PLD aprobando en el Congreso una ley que exija la rigurosa identificación de los orígenes de los fondos que se aportan a los partidos y, de igual modo, la prohibición del uso de los recursos públicos a favor de cualquier organización política.
Oponerse a que se identifiquen las fuentes del dinero sería legitimar a los partidos políticos como lavadores de activos y como un espacio impune para “inversiones” que habrá luego que pagar con contratas y robo en perjuicio de un pueblo con más del 40% de su gente en la miseria.
La ley que pretendía aprobar el PLD es, como dijera el diputado del PRM, Nelson Arroyo, una “ley de título, pero sin contenido”. Una ley que pareciera intentar darle sustento a la fea denuncia hecha por Quirino.
Desde hace años, el doctor Euclides Gutiérrez Félix ha dicho públicamente que “esa Ley de Partidos es una conspiración para destruir al PLD”. Es decir, es una ley para todos los partidos pero que solo destruiría al PLD ¡Vaya perla!
Ese parecería una admisión pública de que el proclamado “éxito político” del PLD se sustenta, en buena medida, en el uso sin límites de dineros ajenos. Ese discurso dicho en las alturas, abona el pragmatismo vulgar que aplican abajo diputados, activistas y ciertos comunicadores.
Antonio Almonte
El Nacional
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