LA LETRA ESCARLATA
Ojalá que no le toque a usted, en algún momento de su vida, caer en la insolvencia económica en la República Dominicana. Más allá de la desgracia propia de esa situación, y el asedio correspondiente de los cobradores, las consecuencias de su debacle económica desgraciadamente lo acompañarán, y limitirán, por el resto de su vida.
Como ex empleado bancario, conozco y valoro perfectamente bien el rol del buen banquero. Se trata no solo de prestar, sino de cobrar lo que se prestó. Es su trabajo.
Como antiguo supervisor de bancos, también reconozco la importancia de que nuestros bancos tengan adecuados sistemas de gestión de cobros, y de que hagan todo lo que esté en sus manos, razonablemente, para cobrar.
Detesto el discurso de la víctima: si usted firmó el pagaré, usted también es responsable de pagar lo que tomó prestado. Eso lo tengo claro, clarísimo, y hasta a un muy querido candidato presidencial me tocó recordárselo y reiterárselo: las deudas se pagan.
Dicho esto, también es cierto que nadie está obligado a lo imposible. Y es una realidad, que ahora documentaré por primera vez, que existen prácticas entre la gran mayoría de la banca dominicana que dificultan, y hasta imposibilitan, que el insolvente se recupere de su desgracia y humillación.
No, no exagero.
Imagínese que usted, por la causa que sea, incumple con una tarjeta de crédito en el Banco Alejandro. Puede ser que perdió su empleo, y no pudo hacerle frente al pago de su tarjeta de crédito ahí.
Luego de un año desempleado, la Empresa Eduardo le ofrece un empleo. Para recibir la nómina en esa empresa, debe abrir una cuenta en el Banco Pérez.
Lamentablemente, ni el Banco Pérez le abrirá la cuenta ni, lo más probable, podrá ingresar a su nuevo empleo.
¿Por qué? Sencillo: Banco Pérez verá que usted tiene una deuda en Banco Alejandro y, con el más elocuente sentido fraternal (para no utilizar otra palabra), no le abrirá ni siquiera una cuenta de ahorro hasta que usted regularice una situación con Alejandro.
Es decir, cual adúltera sellada con "La Letra Escarlata" en su pecho, su morosidad pasada le cerrará las puertas no solamente a la posibilidad de obtener crédito en el futuro. Insólitamente, lo hundirá en un círculo de desgracia, ya que no podrá siquiera abrir una cuenta de nómina que, hoy día, equivale a un pasaporte obligatorio para un empleo.
¿Que cómo lo sé?
En las redes sociales (vía @Argentarium) hice la siguiente pregunta:
"Si a usted se la ha imposibilitado abrir una cuenta de ahorro/nómina, por favor escríbame a mi correo."
En pocos días, en mi buzón recibí más de 150 correos electrónicos de personas desnudándose, humillándose y desahogándose, como ya leerán más abajo.
Entiendo y respeto, perfectamente, que ningún banco está obligado a abrirle una cuenta a un delincuente, un lavador de activos, un defraudador en serie, criminal o un narcotraficante.
¿Pero negarle a un moroso la apertura de una simple cuenta de ahorro o nómina? ¿Condicionar su apertura a que el moroso se ponga al día en el banco hermano? Perfecto pero... ¿Y cómo? Si por cosas de la vida no se cuenta con el capital para ese saldo... ¿No tendría el moroso que primero trabajar para pagar? O será, y perdonen, ¿que hay algo que yo no entiendo?
Describo un práctica que, además de injusta y contraproducente, es simplemente hipócrita. Presumo que tanta rigidez y exigencia aplica no solamente al moroso de RD$5,000. Que castigan con igual dureza a quien dejó de pagar RD$3,000,000,000... ¿Verdad que sí?
Perdónenme, pero lo dudo. Quien dejó de pagar cientos de millones, probablemente recibe tarjetas "Signature", tasas preferenciales y un gran servicio.
Por lo anterior, y por el más elemental sentido de caridad y solidaridad, es que le reclamo a nuestros bancos que no le nieguen una segunda oportunidad a mis queridos leprosos bancarios.
Todos podemos fallar en un momento de nuestras vidas. Todos. Lo importante es levantarse y comenzar de nuevo. Eso la banca dominicana lo sabe mejor que nadie. ¿Verdad, que sí?
Correos:
"Enojado. Me sentí atascado en un círculo del cual no podía salir."
"Como una mierda."
"Muy, muy mal."
"Estancado."
"Una mala ciudadana."
"Humillada por un pasado que al parecer me seguirá la vida entera."
"Muy mal por sentir que los problemas financieros imposibilitan la oportunidad de salir del hoyo..."
"Siento que no soy nadie."
"Ofendido."
"Malísimo."
"Desesperada y pensando que no tengo salida..."
"Atrapada y sin salida."
"Decepcionado."
"Atada de las manos pues no me dan opciones, simplemente te descartan."
"Ridiculizado."
"Molesta."
"Limitada."
"Muy incómoda."
"Es una situación muy difícil."
"Desprotegida."
"Atropellado."
"Me sentí denigrada, como una delincuente sin serlo."
"Desconsiderada."
"Inexistente."
"Me sentí impotente y como un delincuente que acaba de salir de cárcel."
"Frustrado e impotente."
"Horrible."
"Como un vulgar ladrón."
"Discriminado."
"Violado."
"Siento que me han cerrado las puertas para progresar y arreglar mi situación... Que aquí dañan la reputación de la gente por centavos."
"Soy médico. Solicité empleo en una universidad. Me hicieron todo tipo de exámenes, más de cinco entrevistas y hasta me presentaron el personal y mi futura oficina. Cuando llego a la rectoría, me piden autorización para ver mi buró de crédito. Luego de dos horas esperando, me dicen que me llamarán. Hasta el día de hoy..."
¿Cómo es que voy a comenzar de nuevo, si ni siquiera el primer paso puedo tomar...?
Alejandro Fernández
arg@betametrix.com / @argentarium
Argentarium
Diario Libre
http://www.diariolibre.com/sociedad/2013/04/18/i379709_mis-leprosos-bancarios.html