El principal problema de la República Dominicana en estos momentos es el tema de la seguridad pública, según el experto Manuel Villoria, quien entiende que el Gobierno tiene que recuperar el control de las calles si no quiere que el narcotráfico y el crimen organizado permeen completamente el sistema.
Tras resaltar que el problema de la seguridad va mucho más allá de la inseguridad ciudadana y el miedo a un atraco, Villoria aseguró que el país debe tener mucho cuidado porque si no controla las fuerzas de seguridad corre el riesgo de que el dinero del narcotráfico controle las voluntades.
“El tema de la corrupción cuando tú no lo detienes es ese: que llega un momento en el que si lo conectas con el crimen organizado, el sistema se te viene abajo”, sostiene Villoria al tiempo de poner el ejemplo de México, donde ya había corrupción institucionalizada y violencia y, al llegar el crimen organizado, se dio un salto cualitativo mucho más peligroso: el Estado dejó de controlar la realidad.
Cuando esto sucede, advierte Villoria, el Estado pierde su papel y se pierde el futuro del país. “Está ya camino de lo que llamamos los estados fallidos. Esa sería la tragedia más grande de un país: ser un Estado fallido, como Somalia. Es el momento en el que tú has perdido el control de la realidad”, señala al tiempo de apuntar que hay estados mexicanos, por ejemplo, en los que el Gobierno no controla ya nada.
“No es capaz de controlar la calle, de definir políticas, porque todo está ya permeado por los intereses del narcotráfico y el crimen organizado. Es lo que no puedes permitir porque entonces te has cargado el Estado”, sostiene.
Aunque resalta que la República Dominicana todavía no ha llegado a ese punto, Villoria señala que es el camino que está tomando. Para evitar que la situación vaya a más, indica, lo primero que tiene que hacer el Gobierno es cambiar la Policía Nacional, darle la vuelta completamente.
“La corrupción está ahí. La Policía pide sobornos. Pero además que la Policía no solo pide sobornos: es que la Policía organiza sus propios grupos criminales para atracar. Y es que la Policía ya se pone al servicio del narcotráfico y es que el narcotráfico es el que Gobierna este país si te descuidas. Ese es el drama de este país”.
Controlar eso, sin embargo, no será posible sin darle a los agentes del orden un salario que les permita tener una calidad de vida digna, así como también una educación en valores. Para lograr esa instrucción, puntualiza Villoria, los policías deben permanecer tres años en la academia para que salgan con otra forma de pensar y ver la vida.
Corrupción. Para controlar la corrupción, además de tener el dominio de la seguridad pública, se necesita contar con un Poder Judicial fuerte y una administración de carrera profesionalizada.
“Hay algunas instituciones que o las mejoras o es muy difícil que esto funcione: una es el Poder Judicial. Si tú no tienes una judicatura bien preparada e independiente, dispuesta a meter en la cárcel al Presidente si se pone por delante, hay algo mal”, resalta Villoria al tiempo de indicar que el que el Poder Judicial esté supeditado al partido de Gobierno es una tragedia.
Uno de los problemas básicos del país, sostiene Villoria, es que hay un sistema que incentiva la corrupción. “Los desincentivos prácticamente no existen. Si yo tengo la oportunidad de corromperme y ganar mucho dinero, ¿por qué no hacerlo?”, dice al destacar que en algunos países la gente no se corrompe por vergüenza social mientras que en otros por miedo a la ley.
En República Dominicana, sin embargo, donde no hay vergüenza social ni miedo a la ley, se necesita un sistema judicial que funcione. “Si tú la haces la tienes que pagar o si no esto va a ser muy difícil”.
Otro de los obstáculos que hay en el país es que, cuando hay un caso de corrupción, al final todo colapsa y el sistema impide que las instituciones y las leyes que se han creado para estos casos funcionen.
También hace falta institucionalización. “Aún así el país mejora pero es muy lento. Pero todo está sostenido como en hilos. Es decir, hay un Gobierno que quiere, hay personas implicadas; el problema es que no sabes si mañana cambia este Gobierno y vuelves a diez años para atrás”.
Para evitar que eso suceda, dice Villoria, la única fórmula es implementar modelos de profesionalización del sector público: “un modelo meritocrático en el que tú tengas ahí gente que va a estar 20 años y que asume los valores de la institución y trabaja en función de esos valores”.
Avances. Villoria dirige el Máster de Alta Dirección Pública desde el 16 de junio del 2006. Gracias a ello, conoce bien nuestra realidad. Al preguntársele si en este tiempo el país ha cambiado, él afirma que sí.
“Ha habido un enorme cambio de leyes nuevas muy relevantes. En términos de normas sí podemos decir que ha habido una adaptación al sistema propio de democracias avanzadas. Se ha elaborado la ley de procedimiento, la ley de régimen jurídico, se modificó la Constitución, se estableció la ley del servicio civil, la ley de transparencia… en fin, yo creo que si uno analiza normativamente el país ha avanzado mucho”.
En cuanto a la implementación y el respeto de estas leyes, Villoria tiene sus dudas. Por ejemplo, destaca que el tiempo que está tardando la implantación de la ley de servicio civil es excesivo.
“Las normas de procedimiento muchas veces no se cumplen. El esfuerzo en el área de contrataciones está siendo enorme pero al mismo tiempo los intentos de huir de los controles también están ahí. El problema de fondo es que las leyes funcionan cuando hay una sociedad que tiene una cultura de la legalidad asentada y si no hay una cultura de la legalidad asentada las normas funcionan mucho peor”, señala el experto.
Para que las leyes surtan su efecto, sostiene Villoria, es indispensable que la gente las asuma y las defienda, así como también que lo hagan los propios gestores de esas leyes. “La sociedad quiere un país mejor, vivir con bienestar material, libertad, pero para ello tiene entender que tiene que defender sus derechos y defender sus sueños; eso implica sacrificarse cívicamente, estar dispuesto a luchar por tus derechos, a trabajar por tu país”.
Lograr esto implica vencer la desconfianza, creer en que el esfuerzo individual servirá de algo. “Esa desconfianza produce ese colapso, ese problema de acción colectiva. Todos esperan que los demás se muevan, que algún día todo cambie, pero mientras tú no te muevas es difícil que las cosas cambien”.
A pesar de la inercia de la sociedad, sin embargo, Villoria afirma que hay algo mucho más preocupante: la responsabilidad de los gobernantes y funcionarios. Y es que, si ellos no cumplen con lo que deben, la lucha está perdida.
Marien Aristy Capitán
Hoy